Present Truth Magazine http://www.presenttruthmag.com El Patrón de la Historia de la Redención 6 Cristo: El Significado de la Ley y los Profetas No penséis que he venido para abrogar la ley o íos profetas: no he venido para abrogar, sino a cumplir. Mat. 5:17 Hay dos elementos principales en el Antiguo Testamento: La ley y los profetas. Ambos elementos se resumen, alcanzan su meta y perfección en la muerte y resurrección de Cristo. Los Profetas La primera promesa de redención fue dada por Dios a Adán en el Edén (Gén. 3:15). Fue repetida a Abraham, Isaac, Jacob y David. Tal promesa fue el mensaje de los profetas. En días de tinieblas y de tragedia humana, los profetas hablaron de una nueva era. Describieron el acto final de redención divina a la luz de la historia pasada y de eventos contemporáneos. Prometieron que Dios, llegado el cumplimiento del tiempo, recapitularía la historia del Antiguo Testamento en un drama glorioso de liberación. Queda demostrado que toda la historia se mueve hacia esa meta. El Antiguo Testamento señala al futuro, diciendo: "¡He aquí que viene el día!" El Nuevo Testamento incorpora un dramático cambio de tiempo. Ya no más son futuras las promesas del Antiguo Testamento, sino que proclama: "El tiempo es cumplido". "Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos". Pablo proclamó este mensaje en la sinagoga de Antioquía en Pisidia. Allí predicó a Cristo desde el trasfondo de la historia antiguotestamentaria. Primeramente recitó la elección de Israel, el éxodo y las promesas que los profetas mantuvieron vivas por siglos. Llegando luego a la muerte y resurrección de Cristo, declaró: "Y nosotros también os anunciamos el Evangelio de aquella promesa que fue hecha a los padres. La cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús" (Hech. 13:32, 33). Y en otro lugar, Pablo escribió: "Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén" (2 Cor. 1:20). Todas las esperanzas y promesas del Antiguo Testamento encuentran su cumplimiento en la muerte y resurrección de Jesucristo. La cuestión hermenéutica no es si hemos de interpretar espiritual o literalmente las promesas del Antiguo Testamento. Es si vamos o no a seguir la dirección del Evangelio e interpretarlas cristológicamente. No es un asunto de reconocer que se cumplieron algunas promesas proféticas a Israel en Cristo y que el resto fue dejado para cumplirse en algún otro tiempo y lugar. Una de dos, o la muerte y resurrección de Cristo cumplieron toda jota y tilde del propósito de Dios para Israel o él no cumplió nada y, por lo tanto, no es el Mesías de Dios. Jesús es el Nuevo Israel de Dios. El es el verdadero Israel que siempre tuvo en mente. Habiendo levantado a Jesús de entre los muertos y glorificándolo a su diestra, ¿qué más podía hacer por Israel? En esto Dios cumplió sus promesas a Israel, excediendo las expectativas o pensamientos de cualquier santo del Antiguo Testamento. Mediante su muerte ("¡Consumado es! "), Cristo cumplió todas las obligaciones de Israel hacia Dios. Mediante su resurrección, Dios cumplió todas sus promesas a Israel. La transacción del pacto quedó cumplida. La glorificación de Cristo contiene el significado más profundo para los que creen en él. Mediante el Espíritu, están incorporados en él y forman parte del Israel de Dios (Gál. 3:27-29; 6:16). Todo cuanto Cristo recibió es para ellos (Dan. 7:13, 14, 27), y de ellos en él. Junto con él recibieron todas las cosas (B,om. 8:32; Efe. 1:3). Y mediante el Espíritu, por la fe, esperan la realización visible de estas cosas, cuando Cristo aparezca otra vez (Gál. 5:5; Col. 8:4). Luego, ¿qué podemos decir de la moda "evangélica" de tomar las profecías del Antiguo Testamento, saltando sobre el Nuevo Testamento para postular un cumplimiento carnal en una nación que ahora vino a llamarse Israel-que no es el Israel bíblico? ¡De cierto que ésta es una de las herejías más extraordinarias que jamás se hayan empollado en el nido evangélico! Es contraria a todo el espíritu del Nuevo Testamento, que proclama cumplido todo cuanto el Antiguo Testamento prometió a Adán (la humanidad) y a Israel en la muerte y resurrec- ción de Jesucristo. La Ley El Nuevo Testamento es justamente igual de enfático en términos de que la ley-tanto la moral como la El Patrón de la Historia de la Redención ceremonialhalló su cumplimiento y alcanzó su meta señalada en la muerte y resurrección de Cristo (Mat. 5:17, 18; Rom. 10:4; Gál. 3:19-24). La Ley Moral.1 Los Diez Mandamientos fueron una reflexión de la justicia de Cristo. Apuntaban a él, porque su vida perfecta fue exactamente lo que requerían sus rigurosas demandas morales (Rom. 10:4>. La ley fue el Evangelio de su justicia encubierto, y el Evangelio fue la ley descubierta. Bajo la administración mosaica, mediante juicios y estatutos adicionales, quedaron ampliadas Las Diez Palabras del pacto, siendo aplicadas según convenía a la situación histórica del culto religioso. Sirvieron para mantener en vida el sentido del pecado en la infancia de Israel. Haciendo que la comunidad buscara una justicia fuera y por encima de sí misma, aquel elaborado código moral evitó que la congregación se entregara a una insensibilidad pagana. Sin embargo, llegado el Evangelio, caducó la comunidad del pacto (Gál. 4:1-6). Ya no más necesitaron sobre ellos la imposición de aquella multitud de leyes de culto vigentes mientras andaban en su minoría de edad. El Evangelio rompió las barreras del judaismo sectario, para convertirse en una religión transcultural y universal. Esto no significa que la ética novotestamentaria sea menos rigurosa y exigente que la ética antiguotestamentana. Jesús radicalizó las demandas de la ley en su Sermón del Monte. Hoy podemos ver claramente que la ley demandó siempre nada menos que la perfecta justicia hallada en él. Con todo, en el Nuevo Testamento si tenemos una nueva administración legal. En el Antiguo Testamento, las palabras del pacto fueron ministradas mediante el Tora, que significa literalmente, la instrucción o la enseñanza. En el Nuevo Testamento, son ministradas mediante el Espíritu, que viene a nosotros, vestido en el Evangelio de Cristo (2 Cor. 3). Si estudiamos cuidadosamente la ética de las epístolas paulinas, veremos que Pablo muestra continuamente que el Evangelio demanda cierto tipo de comportamiento. Por supuesto, él sigue moviéndose dentro del marco de la ética antiguotestamentaria (y todas las iglesias históricas mayores han seguido en la tradición bíblica, incluyendo en sus catecismos o artículos de fe Los Diez Mandamientos). Pero en vez de tener las palabras del pacto circunscritas y desplegadas mediante una multitud de leyes de culto, diseñadas para los "niños", el creyente del Nuevo Testamento vive como un hijo maduro que puede ver estos principios morales refractados por el Evangelio de Cristo. Cuando Pablo usa la expresión "bajo la ley" en un sentido peyorativo, la usa, al menos, en tres formas diferentes: para indicar bajo la condenación de la ley; para describir el método de guardar la ley con el fin de obtener salvación; o para referirse a las elaboradas reglas y normas del culto religioso (Rom. 6:14; Gál. 3:24, 25; 4:1-6, 21). Mientras que hoy día las conciencias de los cristianos no están sujetas a los antiguos tabúes nacionales judíos, muchas veces están ligadas a ciertos tabúes peculiares de la denominación a la cual pertenecen o a tabúes evangélicos especiales. Estamos demasiado inclinados a medir la piedad en términos del apego o despego de las cosas que tomaron aspecto de culto religioso. Con frecuencia se considera como más seria la violación de uno de estos tabúes que la violación de uno de los Diez Mandamientos. Pablo identificaría tal cosa como estar "bajo la ley". La Ley Ceremonial. Al igual que los actos históricos de Dios en el Antiguo Testamento, la ley ritual era figura de Jesucristo. Prefiguraba cómo Cristo se constituiría en la justicia de Israel y quitaría su pecado. El ceremonial del tabernáculo era una figura del Evangelio. Ninguna parte de la ley-ya fuera la circuncisión o los días festivos-podía pasar hasta que todo encontrara cumplimiento en Jesucristo (Mat. 5:17, 18). Sabemos que cada jota y cada tilde de la ley encontraron su cumplimiento en Cristo, porque la ley del sacerdocio fue cambiada (Heb. 7:12) y la circuncisión y festivales judíos ya no son más obligatorios para los cristianos-sean éstos la pascua, la fiesta de los tabernáculos, el jubileo, la ofrenda del becerro bermejo, las ofrendas de paz, las ofrendas del pecado, los sacrificios del día de la expiación o el servicio de los sacerdotes y del sumo sacerdote. El énfasis principal en los Evangelios es que la pascua del éxodo fue cumplida en la muerte y resurrección de Cristo (Luc. 9:31). Sin embargo, encontramos también alusiones a la fiesta culminante del séptimo mes. Derret escribe: (los sinópticos) relacionaron los sufrimientos de Cristo con la dramática preparación del sumo sacerdote en la víspera del día de la expiación. Este era llevado a un aposento alto donde conversaba con los "ancianos del sacerdocio", habiendo dejado la custodia de los "ancianos del atrio". Era conjurado, y mantenido despierto toda la noche. . . . Durante la ceremonia, el sumo sacerdote era vestido y desvestido varias veces, y sus vestimentas finales eran gloriosas. Los textos de los Evangelios preservaron estas coincidencias, algunas de ellas insignificantes en si mismas, dado que el papel del sumo sacerdote y los contornos de su ritual eran perfectamente conocidos, y porque una sucesión de meras insinuaciones era suficiente para establecer el punto de que Jesús era el Sumo Sacerdote real (y eterno). . . Apoyándonos en la teoría de que la vida de Jesús comprendió y dió significado a todo el Tora,2 resulta irrelevante el hecho de que el día de la expiación y la pascua tengan poco en común. En el día de la expiación, Aarón ponía a un lado sus vestidos pontificios y vestía las sencillas vestimentas blancas del sacerdote común. En estas vestiduras, ofrecía el sacrificio del día de la expiación y entraba en el lugar santísimo para hacer la expiación, asperjando la sangre sobre el propiciatorio. Habiendo dado completa satisfacción a las demandas de la ley de Dios, que se hallaba debajo del propiciatorio, salía del lugar santísimo y ponía a un lado su sencillo vestido de lino. Luego, revestido de sus vestimentas gloriosas, salía afuera y bendecía al pueblo (Lev. 16). En su encarnación, Jesús puso a un lado sus vestiduras reales y tomó el vestido de la frágil naturaleza humana. En el Calvario fue Sacrificio, Sumo Sacerdote y Propiciatorio a una misma vez. Velado en la horrible tiniebla que envolvió a la cruz durante sus agonías de muerte, fue cual Aarón, haciendo expiación, escondido de la vista de cualquier ojo humano. Sobre la congregación de Israel caía un profundo silencio cuando Aarón se presentaba ante el propiciatorio. Así también, toda voz quedó en silencio cuando Jesús fue envuelto por las densas tinieblas del Calvario. Las tinieblas y el terremoto (y probablemente truenos y relámpagos de luz también) fueron la recapitulación de la teodicea sinaitica, lo cual fue figura del día del juicio. De acuerdo a la tradición judía, la celebración del día de la expiación caía en el aniversario del día cuando su mediador, Moisés, había entrado en la densa nube y ascendido al monte a la presencia de Dios. En la mañana de la resurrección, Juan y Pedro corrieron a la tumba, encontrando allí sólo los vestidos de lino de Cristo, los cuales puso a un lado (Juan 20:5-8). Probablemente Juan estaba pensando en Levítico 16 cuando decidió registrar este incidente. Nuestro Sumo Sacerdote hizo la expiación y puso a un lado sus vestidos de lino comunes. En el día de su resurrección, salió y bendijo a sus discípulos que aguardaban (Juan 20:22). En la epístola a los Hebreos, las fascinantes insinuaciones de los Evangelios se convierten en dogma enfático. En la mente de su autor, estuvo presente el simbolismo de la pascua (Heb. 13:20; compárese con Isa. 63:11). Pero su tema principal es la demostración de que la ministración del día de la expiación encontró su cumplimiento en el evento mesiánico. No debe escapar de nuestra atención un rasgo importante del simbolismo bíblico en el libro de los Hebreos. Aunque en la realidad encontramos que siempre se juntan y recapitulan las características de la figura, la realidad siempre reemplaza al símbolo. Existe correspondencia entre el símbolo y la realidad, pero también hay contraste. Por ejemplo, el Sumo Sacerdote del antiguo orden aarónico entraba al santuario para hacer la expiación ante el propiciatorio. Pero de acuerdo con Hebreos, el Sumo Sacerdote del orden según Melquisedec, hizo la expiación y luego entró al santuario celestial. habiendo hecho la purgación [expresión que corresponde a la palabra antiguotestamentaria expiaciónl de nuestros pecados por si mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas-Heb. 1:3. Y no por sangre de machos cabrios ni de becerros, mas por su propia sangre, entró una sola vez en el santuario, habiendo obtenido eterna redención-Heb. 9:12. . . . mas ahora una vez en la consumación de los siglos, para deshacimiento del pecado se presentó por el sacrificio de sí mismo"-Heb. 9:26. [Este acto en el Calvario secontrasta con la entrada de Aarón al lugar santísimo el día de la expiación]. De nuevo, usando el simbolismo del día de la Expiación, el escritor de Hebreos dice: Por lo cual, debía ser en todo semejante a los hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel Pontífice en lo que es para con Dios, para expiar los pecados del pueblo. Heb. 2:17. La palabra que la Versión Valera traduce como "expiación" proviene de la misma palabra raíz de jilasterion; usada en Hebreos 9:5 para designar el propiciatorio. Lo que la Versión Inglesa King James traduce como "asiento de la misericordia", la New International Version (Nueva Versión Internacional) traduce más precisamente como "lugar de la expiación". (De la misma palabra se usan otras formas en Rom. 3:5, 1 Juan 2:2 y 1 Juan 4:10). Partiendo de todo el testimonio del Nuevo Testamento, podemos decir que el Nuevo Testamento enseña que el evento de la cruz del Calvario cumplió el símbolo del asperj amiento de la sangre sobre el propiciatorio en el día de la expiación. En la cruz, Jesús mismo vino a ser nuestro Propiciatorio o "lugar de la Expiación". La profecía de Daniel respecto al Mesías usa de varias expresiones claves, tomadas de Levítico 16 y aplica su cumplimiento al evento mesiánico (Dan. 9:24). Resumen Toda Escritura del Antiguo Testamento-la ley y los profetasse cumplió en la muerte y resurrección de Cristo. Todas las promesas de los profetas, todas las demandas de la ley moral y todas las figuras de la ley ceremonial encontraron su fin en el Cristo crucificado y resucitado. El Calvario da significado a todo el Antiguo Testamento. Consideremos cuán grande fue este acto de Dios en Jesucristo. Fue todo cuanto Dios prometiera a la raza humana. Fue nuestra Pascua, nuestro Día de la Expiación, nuestro Propiciatorio, nuestro Jubileo. De hecho, fue la realidad de todas las ofrendas y festivales en conjunto. Fue la Nueva Creación, el Arca que salva del diluvio de la ira, el Exodo del pecado y la muerte y la Restauración del santuario asolado (Dan. 8:14). Todo cuanto vino antes del Calvario fue retrato del Calvario. Todo existió por causa de Jesucristo (Col. 1:16). No debemos concluir que frecuentemente Dios actuó, en tiempos del Antiguo Testamento, infructuosamente hasta que obró en Cristo. Desde la eternidad, Dios planeó un gran acto salvador (Rom. 16:25). En lo que a Dios concierne, el Calvario no viene después de la creación, ni del diluvio, ni del éxodo, ni de la proclamación de la ley -Viene primero. Antes que Dios hiciera cualquier cosa, allí estaba Cristo, el Mediador eterno, el Cordero inmolado desde la fundación del mundo (Juan 1:1-4; Apoc. 13:8). "Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten" (Col. 1:17). El Calvario fue el acto que Dios predestinó (Hech. 2:23; Efe. 3:11). Tan ciertamente como jamás hubo un instante en que Dios no fuera, jamás hubo un momento cuando no fuera la delicia de la Mente eterna manfiestar su gracia hacia nosotros en el don de Cristo. Todo el poder, amor y sabiduría de la Deidad se manifestaron en la muerte y resurrección de Cristo. Fue un acto tan grande que el universo, en comparación con él, es pequeño. Y cuando lo hizo, lo hizo para siempre (Ecle. 3:14). Fue una obra consumada. Dios dió todo con Cristo (Rom. 8:32). Nada más podía hacer. El Calvario se convirtió en el vértice de la historia. Es el Evento de todos los eventos. Todos los eventos que lo preceden señalan adelante hacia él. Todos los eventos que le siguen señalan al pasado hacia él. La muerte y la resurrección de Cristo dan significado a todo lo demás. Nada tiene significado en si mismo, a menos que esté relacionado con la muerte y resurrección de Cristo. "Todo fue criado por él y para él. Y él es antes que todas las cosas, y por él subsisten todas las cosas" (Col. 1:16, 17). 1. Aunque el Nuevo Testamento generalmente no establece una distinción precisa entre los aspectos morales y ceremoniales de la ley, la iglesia cristiana siempre pudo asumir una distinción entre las dos. Textos como 1 Corintios 7:19 implican una distinción. Y nadie pudo arguir con éxito que Romanos 7:7, 12, 22, Romanos 8:7 y 1 Juan 3:4 sean referencias a las ceremonias judías. 2. J. Duncan M. Derrett, Law in the New Testament, págs. 410-411.