Present Truth Magazine http://www.presenttruthmag.com El Patrón de la Historia de la Redención 9 La Restauración del Evangelio Toda la historia lleva las señas de Cristo. Los eventos del Antiguo Testamento, con su patrón repetitivo de cautividad y restauración, apuntan hacia el acto final de juicio y liberación en la muerte y resurrección de Cristo. La historia de la salvación alcanza su fin (telos) en el evento mesiánico, y se concentra en Jesucristo. Toda la corriente de los eventos antiguotestamentarios-la creación, el diluvio, el éxodo, el exilio babilónico y la liberación subsiguiente-se resume y recapitula en Aquel que es el Señor de la historia. La historia no sólo alcanza su fin en Jesucristo, sino que alcanza también en él un nuevo comienzo. El Cordero que murió y vive de nuevo toma en sus manos el libro del destino humano (Apoc. 5:1-6). Toda la historia entre la resurrección y la consumación está en las manos de Cristo y lleva las señas de Cristo. Ese es el testimonio del libro de Apocalipsis. A pesar de sí mismo, aún el an111 ticristo da testimonio de Cristo. Imitando a Cristo (Apoc. 13:1-10) da testimonio de Cristo. No podría haber ni siquiera un anticristo si no hubiera un Cristo.' Los que son bautizados en la historia sagrada de Cristo por el Espíritu, llevan las señas de Cristo. En su historia finita, comparten sus sufrimientos. El libro de Apocalipsis los presenta como siendo condenados y tratados a la semejanza de su Maestro. Se los conduce a la victoria mediante el extraño camino de la aparente de-rrota. El Evangelio también lleva las señas de Aquel que fue la Palabra hecha carne. Los dos testigos de Apocalipsis 11 son muertos "en las plazas de la grande ciudad... donde también nuestro Señor fue crucificado" (Apoc. 11:8). Todo este capítulo lleva una sorprendente analogía a la muerte y resurrección de Cristo. El Evangelio, al igual que los que lo llevan, es pisoteado, echado fuera y puesto a muerte. Pero eso no puede ser el final del drama. Dado que Cristo se levantó, el poder de su resurrección obra en la historia. Por lo tanto, el Evangelio es resucitado. El triunfo de la verdad es como la aparición del sol al mediodía, y toda la tierra queda iluminada con la gloria de Dios (Apoc. 18:1). Vimos en nuestro capitulo anterior cómo la iglesia primitiva recapituló la caída de Eva (2 Cor. 11:2-4) y la caída del antiguo Israel. La era apostólica fue seguida por una nueva cautividad babilónica (Apoc. 11:2, 3). Pero la era cristiana no sólo recapitula los grandes cautiverios del Antiguo Testamento. Recapitula también la salida israelita de Egipto y de Babilonia. Por ejemplo, Apocalipsis 7 refleja el éxodo. Así como la sangre pascual protegió a las tribus de Israel, también "el sello del Dios vivo" protegerá de la ira venidera al nuevo Israel. Apocalipsis 18:1-4 con su clamor: "¡Caída es, caída es la grande Babilonia! . . . Salid de ella (éxodo) pueblo mío", alude tanto al éxodo como a la restauración post-exílica. El libro de Apocalipsis nos muestra que la historia cristiana no sólo lleva las señas de la cruz, sino las señas de la resurrección. Justamente como los eventos de la historia antiguotestamentaria señalan al futuro, a la muerte y resurrección de Jesús, los eventos de la era cristiana apuntan al pasado hacia lo mismo. Si el Evangelio apostólico ha de resucitar, esta dispensación no concluirá con menor manifestación del pode del Evangelio que la que señaló su apertura. Acompañado de la efusión del Espíritu de Dios, que se asemeja a las abundantes lluvias vernales, el Evangelio eterno iluminará la tierra con la gloria de Dios y preparará la iglesia para la venida del Hijo del Hombre (Apoc. 14:6; 18:1; Isa. 60:1-3; Joel 2:23-28). La Profecía de la Restauración del Santuario en Daniel. Creemos que el gran cautiverio y restauración del cristianismo están presentados en la profecía de Daniel respecto de la contaminación y restauración del santuario. Aún contra el príncipe de la fortaleza se engrandeció ~compárese con 2 Tesalonicenses 2:4], y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra. Y el ejército fuéle entregado a causa de la prevaricación sobre el continuo sacrificio: y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y sucedióle prósperamente. Y oí un santo que hablaba; y otro de los santos dijo a aquél que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora [compárese con Mat. 24:15] que pone el santuario y el ejército para ser hollados? Y él me dijo: Hasta dos mil y trescientos días de tarde y mañana; y el santuario será purificado. -Dan. 8:11-1 La iglesia cristiana perdería mucho si abandonara esta gran profecía al manejo de los que se entregan a interpretaciones proféticas esotéricas. Sabios eruditos han demostrado que este pasaje representa el punto culminante del simbolismo en el libro de Daniel. Aún Cristo se refiere a este pasaje en su discurso del Monte de los Olivos y nos exhorta a estudiarlo (Mat. 24:15). La profecía de Daniel, de la contaminación del santuario y de su consagración es el corazón de la historia del pacto. Consideremos primeramente su contexto histórico. Los babilonios habían invadido a Judea y llevado el pueblo escogido al exilio. Daniel fue uno de esos cautivos. En su tierra nativa, el santuario, centro mismo del culto religioso, yacía en ruinas. Sin embargo, Daniel creía que este juicio de Dios no era el fin total. Se aferró a la promesa dada por medio de Jeremías de que Dios restauraría los lugares asolados (Jer. 33:10-12). La profecía del santuario restaurado de Daniel va paralela a la profecía de Isaías respecto del nuevo éxodo (Isa. 40-45); a la de Ezequiel respecto del nuevo templo (Ezeq. 40-48) y a la de Jeremías respecto del nuevo pacto (Jer. 31). Pero este drama del exilio babilónico y de la restauración es sólo un pedazo de la tela de la historia de la salvación. La cautividad babilónica repite la primera cautividad del Edén. Daniel 8:11-14 expresa la verdad de todo el drama de la historia de la salvación, desde el Edén perdido hasta el Edén restaurado. Cuando estudiamos la caída de Adán, estamos viendo el primer cautiverio del pueblo del pacto bajo el verdadero rey de Babilonia. Esto fue, de hecho, la destrucción y contaminación del santuario. Génesis 3:15 representa la primera promesa de que los cautivos serían librados, la santidad quedaría vindicada y la verdadera adoración a Dios restaurada. Vemos el mismo patrón de desolación y liberación en la epopeya del diluvio. Lo vemos nuevamente en la esclavitud a Faraón y en el éxodo de Egipto. Y vemos otra vez este patrón de muerte y resurrección en la historia del exilio babilónico. Los ejércitos desoladores de Nabucodonosor fueron instrumentos del juicio de Dios. Sión fue desposeída de sus hijos. Con todo, Dios prometió a través del profeta: "volverán de la tierra del enemigo" (Jer. 31:16). (¿Quién no puede ver en tal lenguaje una figura de la resurrección?). Jerusalén yacía en ruinas; pero Isaías declaró: "Serás edificada" (Isa. 44:28). El pueblo de Dios fue echado a un lado como una esposa abandonada; pero Dios prometió traerla de vuelta (Oseas 2:14-23). Muchos comentaristas han visto en la profecía de la profanación y vindicación del santuario de Daniel una figura del tiempo de los Macabeos para el año 170 AC. El rey siríaco, Antioco Epífanes, sujetó el pueblo judío a un período de persecusión cruel. El fanático monarca siriaco trató de destruir el judaismo. Profanó el templo, degollando un puerco en el altar y suspendió los servicios diarios. Después de una resistencia judía heróica, este desolador fue echado y llegó a un fin instantáneo. En medio del gran regocijo, los judíos rededicaron el santuario en lo que llegó a conocerse como la Fiesta de la Dedicación-festividad observada aún en el tiempo de Cristo. Los comentaristas se hallan en lo correcto al observar una correspondencia entre Daniel 8 y estos eventos. Pero están equivocados cuando sugieren que Antioco agota el simbolismo de "la abominación desoladora". Seguramente que debe quedar claro que Daniel, como libro apocalíptico, se enfoca sobre un evento escatológico. Cierto es que los eventos locales en la Palestina pueden estar dentro del alcance de su visión. Pero igual que los profetas del Antiguo Testamento, provee una interpretación simbólica y escatológica de la historia. Difícilmente podríamos equivocarnos, no viendo que Daniel escribe acerca del fin del mundo y de la venida del reino eterno de Dios. La corriente de la historia, con su patrón repetitivo de asolamiento y liberación, alcanza su fin o meta en Jesucristo. En él se reúne y concentra toda la historia de la salvación. El fue Adán, Israel y el Templo. En su muerte, el juicio de ira cayó sobre Adán, las maldiciones del pacto fueron llevadas por Israel y vino la destrucción sobre el Templo (Juan 2:19). Pero en la resurrección de Cristo, el juicio divino del perdón restauró el dominio perdido de Adán, sacó a Israel de la tierra de servidumbre, libró a su Siervo Elegido de Babilonia y restauró el Templo a su justo estado. Que Cristo cumple aún la profecía del santuario restaurado, queda claro de una comparación entre Daniel 8 y 9. El ángel Gabriel dice explícitamente a Daniel que el capítulo 9 es una explicación de Daniel 8 (compárese Daniel 8:14-16, 26, 27 con 9:20-23). Y la substancia de Daniel 9 es la Persona y obra del Mesías. Setenta semanas [sietes] están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para acabar la prevaricación, y concluir el pecado, y expiar la iniquidad; y para traer la justicia de los siglos, y sellar la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos.-Daniel 9:24. Hay más en la verdad de la visión que la manipulación de números misteriosos y que la computación de tiempo. La obra del Mesías es la sustancia de la profecía. Daniel 8:14 puede traducirse así: "Luego quedará vindicada la santidad". Esto se llevó a~cabo en la obra terminada de Cristo y su resurrección de entre los muertos. E scribiendo sobre el significado de la resurrección, A. M. Hunter dice: Podemos comenzar diciendo, que la resurrección significa la vindicación de la justicia. Porque considérese que si la historia de Jesús hubiera terminado en la cruz habría sido una severa y perfecta tragedia y, lo que es más, prueba de que no hay rima ni razón en el universo. Aqui (poniéndolo en los términos más sencillos) teníamos un Hombre con una visión no oscurecida de la verdad moral, un hombre que no sólo confió totalmente en Dios, sino que arriesgó todo por la fe en él, e hizo el experimento final, el experimentum crucis. Si esa vida quedó en las tinieblas totales, no hay "amigo más allá del fenómeno", como creía él, sino sólo, como dice la frase de Hardy "la vasta imbecilidad". El Nuevo Testamento habla muy diferente. Declara que cuando Jesús descansó su vida en Dios, la naturaleza repercutió y sonó ante su aventura de fe. Dios lo levantó de los muertos, Dios vindicó a su Hijo, y al vindicarlo, vindicó su justifica. Pero aún, en forma más específica, la justicia divina fue vindicada por la resurrección. En la Biblia (salmos, 2 Isaías, San Pablo, etc.) la justicia de Dios es otro nombre para la salvación, de la cual Dios es el Autor-expresa el propósito salvador de Aquel cuya característica es 'enderezar las cosas" para su pueblo. Ahora bien, el hombre que hizo el experimentum crucis fue uno que incorporaba en sí mismo, en forma única, aquel propósito de Dios. Era el Hijo del Hombre, venido en el nombre de Dios, para "buscar y salvar lo perdido". El creyó que si los "muchos" habrían de ser "rescatados", debía poner su vida como Siervo Mesías. Así que, incorporando en sí mismo ese propósito y haciéndose a sí mismo uno con los pecadores, Jesús fue a la muerte, ¿Estaba él engañado? La tradición, en su forma más antigua (1 Cor. 15:4), dice que Dios lo levantó-con todo lo que eso representa-de la tumba al tercer día. La resurrección es el acto de hacer manifiesta medisnte la victoria del proposito salvador divino, que llevo a Jesús hasta la cruz.2 Echando por Tierra el Evangelio Jesús, Pablo y Juan no consideraron que Antioco Epífanes agotaba el simbolismo de la abominación que causa desolación. Vieron a este desolador como una fuerza reconocible dentro de la dispensación cristiana (Mat. 24:15; 2 Tes. 2:3-11; Apoc. 13:5-7). Faraón, Senaquerib, Nabucodonosor, y Antioco Epífanes son meramente sus precursores históricos. Después de haber sido derrotado por la resurrección de Cristo, el enemigo enfiló sus armas de guerra contra la iglesia cristiana y contra el santo Evangelio (Apoc. 12:10-17). Vino una apostasía, y la luz del Evangelio apostólico quedó eclipsada. Como dice Daniel: Por el fue quitafo el continuo scraficio y el lugar de su santuario fue echado por tierra Y contaminarán el santuario de la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación espantosa.-Daniel 11:31. Las palabras traducidas "continuo sacrificio" vienen del hebreo tamid, que significa "continuo". Se refiere a los servicios diarios o continuos del templo, los cuales, según el escritor de Hebreos, eran una parábola del Evangelio de Cristo. El verdadero continuo era el "Evangelio eterno". Esto queda insinuado también en Mateo 24:14, 15, donde el Evangelio y la abominación del asolamiento son colocados en el contexto de dos entidades Echando Por Tierra el Evangelio. manifiesta, mediante un milagro, la victoria del propósito salvador divino, que llevó a Jesús hasta la cruz.2 opuestas. El desolador suplanta al Evangelio con un falso evangelio. La pregunta de Daniel 8:13, "¿Hasta cuándo [continuará esta obra de asolamiento]?" es una súplica repetida frecuentemente en las Escrituras. Es un ruego por juicio e intervención divina. Podemos entender el significado de la pregunta como, ¿Durante cuánto tiempo más será el Evangelio hollado bajo los profanos pies del anticristo? La respuesta, "el santuario será purificado [traído a su justo lugar]" significa que verdaderamente el Evangelio apostólico sería restaurado otra vez. La restauración al final del exilio babilónico se llevó a cabo en varias etapas diferentes-etapas que podrían identificarse con los decretos sucesivos de Ciro, Darío y Artajerjes. Sugerimos que esto nos suministra una analogía de la restauración del Evangelio, dado que en la iglesia cristiana también ha existido una cautividad babilónica. En la Reforma se efectuó una gran resurrección del Evangelio. Pero al confesarse la iglesia de la Reforma como la ecclesia reformata semper reformanda, confesó por ende, que la restauración del Evangelio no estaba completada aún y que debía llevarse adelante hasta la consumacion. Los apóstoles predicaron a Cristo desde el trasfondo del Antiguo Testamento, el cual provee el marco histórico, legal y escatológico del Evangelio. Si el Evangelio ha de ser restaurado a su estado legitimo, ese marco debe ser restaurado. Por lo tanto, en los próximos tres capítulos discutiremos las implicaciones de este triple marco. Finalmente, la profecía del Santuario restaurado alcanzará su cumplimiento en aquella consumación de la historia de la salvación, descrita en Apocalipsis 21 y 22. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con ellos; y ellos serán su pueblo y el mismo Dios será su Dios con ellos.-Apoc. 21:3. Y verán su cara; y su nombre estará en sus frentes. -Apoc. 22:4. 1. El marxismo tomó prestadas las formas de pensamiento del cristianismo, y hasta su escatología, y las anexó a su propia filosofía. Marx tuvo un pasado relacionado con el judaísmo y el protestantismo. El error no puede vivir a menos que esté pegado al carro de la verdad; y extrae su vida de la verdad. Para leer más respecto a este punto véase a Hendrikus Berkhof en Christ the Meaning of History. 2. Archibald M. Hunter, Introducing New Testament Theology, págs. 58-9. ¡