Present Truth Magazine http://www.presenttruthmag.com El Patrón de la Historia de la Redención 12 El Marco Escatológico del Evangelio La historia pactal del Antiguo Testamento estaba ligada a la escatología-la doctrina de los eventos del fin. Israel vivía en la esperanza de que el Dios que actuó en la creación del mundo, llegado el cumplimiento del tiempo, actuaría para crear nuevas todas las cosas. Era esta esperanza del reino venidero de Dios lo que inspiraba todo el concepto religioso de Israel. El Nuevo Testamento anuncia la llegada de lo que el Antiguo Testamento había esperado. Por lo tanto, el mensaje del Nuevo Testamento es totalmente escatológico. Jesús comenzó su ministerio con el conmovedor anuncio de que, "El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca [que literalmente siguifica, 'ya arribó'J" (Mar. 1:15). A. M. Hunter dice: Era nada menos que la noticia de que "el lejano evento divino", por el cual ellos oraban, se había proyectado en la historia. Lo que antes era puramente escatológico, ahora estaba ante los ojos de los hombres, lo sobrenatural, hecho visible. Desde que C. H. Dodd afirmó que el verbo griego de Marcos 1:15 los utiliza para la proclamación del Evangelio. De acuerdo con el Nuevo Testamento, los hombres llenos del Espíritu no describen neciamente lo que se siente al ser bautizados por el Espíritu Santo. Mucho menos tocan trompeta a sus dotes carismáticos. Están tan revestidos del Evangelio que predican "por el Espíritu Santo enviado del cielo" (1 Ped. 1:12). Por lo tanto, la venida del Espíritu y la proclamación del Evangelio son inseparables. Esto significa que la predicación del Evangelio es también un evento escatológico. Por esto, Pablo podía declarar que la profecía de Isaías respecto del día de la salvación estaba cumpliéndose en la predicación del Evangelio (compárese Amós 9:11-15 con Hechos 15:14-18>. Por supuesto, resulta innecesario probar que la Parusía es un evento del fin. Así que el fin del mundo toma lugar en tres dimensiones: 1. En la muerte y resurrección de Cristo. 2. En el Pentecostés y la predicación del Evangelio. 3. En el retorno de Cristo y la gran consumación. Estas tres etapas del fin están relacionadas. La primera trae la segunda, y la segunda la tercera. Fue la muerte y resurrección de Cristo lo que trajo a la iglesia el Pentecostés y el Evangelio al mundo (Juan 7:38, 39; Hech. 2:33).~ Y justamente como el evento mesiánico trajo el Pentecostés y la predicación del Evangelio, la predicación del Evangelio trae consigo la consumación, como lo declaró Jesús mismo: "Y será predicado este Evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio a todos los gentiles; y entonces vendrá el fin" (Mat. 24:14). La visión tridimensional escatológica del Nuevo Testamento es un marco que nos ayuda a entender correctamente muchos conceptos bíblicos. Nos capacita para ver que todo el Antiguo Testamento está cumplido en Cristo-en la encarnación de Cristo, en el Evangelio de Cristo y en la Parusía de Cristo. (Esto no deja lugar para la especulación con eventos actuales en la Palestina.) Dentro de este marco, podemos entender más claramente muchas de las grandes palabras y conceptos del Nuevo Testamento. Como palabra escatológica, la salvación toma lugar en tres dimensiones-en el pasado, en el presente y en el futuro. En la cruz, la salvación fue consumada; en el Evangelio, queda proclamada, y en la Parusía, develada (1 Ped. 1:3-14). Impresos en el mismo marco escatológico, tenemos conceptos novotestamentarios, tales como el reino de Dios, la justicia de Dios y el juicio de Dios. El Juicio en Tres Dimensiones En el centro de la escatología bíblica se levanta el juicio divino sobre el mundo. Si estamos en lo correcto en lo que toca al marco escatológico del Nuevo Testamento, entonces el juicio divino sobre el mundo se lleva a cabo en tres dimensiones. Primeramente, el juicio del mundo queda efectuado en la cruz, luego en la predicación del Evangelio, y finalmente en la aparición de Cristo. En todo lugar, el Antiguo Testamento apunta hacia el gran día cuando Dios habría de juzgar al mundo. Aun eventos como los ejércitos invasores de Asiria (descritos en Isaías>, o la gran plaga de langostas (descrita en Joel), son empleados como figuras para describir el juicio final. "Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy presuroso", dama el profeta Sofonías (Sof. 1:14). El Nuevo Testamento comparte esta convicción de que habrá un juicio final. Declara repetidamente que este juicio se efectuará para todos los hombres, justos e injustos, muertos y vivos, en la aparición de nuestro Señor Jesucristo. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si alguno edificare sobre este fundamento oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca; la obra de cada uno será manifestada; porque el día la declarará; porque por el fuego será manifestada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego hará la prueba.-1 Cor. 3:11-13. mas el que me juzga, el Señor es. Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor.-1 Cor. 4:4, 5 Porque es menester que todos nosotros parezcamos ante el tribunal de Cristo. . .-2 Cor. 5:10.... del Señor Jesucristo, que ha de juzgar a los vivos y los muertos en su manifestación y en su reino.-2 Tim. 4:1. mas exhortándonos; y tanto más cuanto veis que aquel día se acerca El Señor juzgará su pueblo" ... "Y el que ha de venir vendrá, y no tardará".-Heb. 10:25, 30, 37; (Compáresen Mat. 10:15; 12:36, 37; Luc. 19:11-27). Los cuales darán cuenta al que está aparejado para juzgar los vivos y los muertos.-1 Ped. 4:5. Pero si el Nuevo Testamento proclamara meramente que el día del juicio está cercano, no proclamaría nada más que lo que anunció Sofonías y los demás profetas. En su discurso de Juan 5, Jesús se declaró a si mismo Hijo del Hombre. Los eruditos están de acuerdo en que Jesús se identifica aquí con el Hijo del Hombre de la visión judicial de Daniel (Dan. 7). Después del escalofriante anuncio de que el Padre ha dejado todo el juicio en manos del Hijo, Jesús hace la sorprendente declaración de que "vendrá la hora, y ahora es" cuando ejercitará sus prerrogativas divinas (Juan 5:25). El Nuevo Testamento proclama por doquiera que los eventos asociados con el fin del mundo-el juicio, el reino de Dios, la salvación, la vida eterna-no sólo vendrán sino que ya llegaron. Existe cierto sentido en que el futuro ya arribó y las cosas de los últimos días ya vinieron a ser una realidad presente. La Cruz Como Juicio Hablando de su muerte cercana, Jesús declaró: "Ahora es el juicio de este mundo" (Juan 12:31). El escritor de Hebreos, dice: "Y de la manera que está establecido a los hombres que mueran una vez, y después el juicio; así también Cristo. . ." (Heb. 9:27, 28). El Calvario es el día del juicio. En los capítulos anteriores vimos que aquellos actos de Dios, en la historia antiguotestamentaria, que señalaban al evento mesiánico, eran actos de juicio. El Dios del Antiguo Testamento es un Dios de juicio. Todos sus caminos son de juicio, ya sea que castigue o que salve. La justicia de Dios son sus actos de juicio. Cuando Pablo anuncia que la "justicia de Dios" ahora se ha manifestado (Rom. 1:17; 3:21), está describiendo algo totalmente escatológico. El quiere decir que en el evento mesiánico el día del juicio ya amaneció y Dios tomó acción para habérselas con el pecado. En el viernes pascual, Dios trajo el mundo a juicio en la Persona de su Representante. El era Adán-que significa humanidad-y todos nosotros estábamos en él. En él, la raza humana fue juzgada y hallada culpable delante de Dios. Dios se levantó en terrible justicia y tomó acción contra el pecado (Rom. 3:25). Los signos cósmicos del día del juicio estuvieron presentes en el gran terremoto y en el oscurecimiento del sol. ¿No le notificó Jesús a sus discípulos que su generación no pasaría sin que se cumplieran todos los eventos del fin? Y así sucedió-en él (Mat. 24:34, compárese con Luc. 9:27-35). A través del Antiguo Testamento, podemos ver que Los actos de juicio divino son no solamente punitivos sino también salvadores. Para los que lo invocan, el juicio significa liberación (Exo. 6:6; Sal. 35:1-5; 43:1; 72:2-4). Con fuerte clamor y lágrimas, Cristo, el Gran Creyente, invocó al Dios del pacto. Dios escuchó a su Siervo Fiel y lo levantó de los muertos. En la muerte y resurrección de Cristo se manifestó la justicia de Dios-su acto de juicio. En Cristo, el viejo mundo fue destruido y creado el nuevo mundo; la vieja historia quedó enterrada y la nueva vino a la luz; Israel fue enviado cautivo y volvió a salir de la tierra del enemigo. Por lo tanto, el Calvario fue el juicio del mundo. El Evangelio Como Juicio Llegamos ahora a lo que seguramente es el corazón de todo nuestro argumento respecto de la naturaleza del Evangelio apostólico. Si el Evangelio ha de quedar restaurado a su estado legítimo (Dan. 8:14), debe quedar restaurado a su contexto escatológico, o de la hora del juicio. El Evangelio es no sólo algo que prepara a los hombres para el escatón; es, en sí mismo, parte consustancial del escatón. Debemos usar aquí gran claridad en el lenguaje. El Evangelio es no sólo algo que prepara a los hombres para pasar el juicio; es, de suyo, una etapa decisiva de ese juicio. Por tal razón, el ángel apocalíptico que lleva el "evangelio eterno", declara que "la hora de su juicio es venida" (Apoc. 14:6, 7)•5 Con la ascensión de Cristo, el juicio que comenzó en el Calvario entra en su segunda fase. El Cordero que fue inmolado y resucitó toma de la diestra de Dios el Padre el libro (Apoc. 5:1-7). "Porque el Padre a nadie juzga, mas todo el juicio dió al Hijo" (Juan 5:22). Dios le ha dado "la potestad sobre toda carne" (Juan 17:2). Después de su resurrección, Jesús dijo a sus discípulos: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra" (Mat. 28:18). Estas escrituras del Nuevo Testamento nos recuerdan la visión judicial de Daniel donde "fuéle dado señorío, y gloria, y reino" al Hijo del hombre (Dan. 7:14). Existe una correspondencia inconfundible entre Daniel 7 y la visión de Apocalipsis 4 y 5. Daniel 7 ... fueron puestas sillas ... un Anciano de grande edad se sentó.. .-7:9. ... su silla llama de fuego... -7:9. millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él.. .-7:10. ... como un Hijo de hombre . . . y llegó hasta el Anciano de grande edad.. .-7:13. Y fuéle dado señorío, y gloria, y reino.-7:14. Apocalipsis 4 y 5 he aquí . . . un trono puesto.. .-4:2. ... sobre el trono estaba uno sentado. . . -4:2. era al parecer semejante a una piedra de jaspe y de sardio. . .-4:3. ... muchos ángeles alrededor del trono. . . y la multitud de ellos era millones de millones. . .-5:11. ... vino... [al] que estaba sentado en el trono.. .-5:7. Y él vino, y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono.-5:7. El Nuevo Testamento resuena con el mensaje de que Cristo es Señor. El dominio perdido de Adán fue restaurado en Aquel que tomó el libro y ahora está sentado a la diestra de Dios. Todo el juicio fue puesto en sus manos. Puede que, aquí en la tierra, los testigos de Cristo en medio de la lucha y el trabajo sean tentados a pensar algunas veces que han quedado abandonados a la suerte de la historia y al triunfo de los poderes del mal-al menos hasta que Cristo vuelva como Rey para juzgar. Pero el Apocalipsis de Juan demuestra que Cristo, aún ahora, es el Rey y el Juez, y como tal, el Señor de la historia. La historia no sólo lleva las señas de Cristo. Es una expresión de sus rectos juicios, tanto en las iglesias como en las naciones. El camina en medio de los candeleros de las siete iglesias y quita el candelero de los que no se arrepienten. Sostiene en su diestra las siete estrellas, que son los ministros de las siete iglesias. Los llena de luz. Pero si son infieles, los visita con juicios y se convierten en estrellas caídas. Cuando los que son condenados a muerte por causa de Su nombre claman a él por juicio (Apoc. 6:10) él responde con actos de juicio sobre los opresores. Las trompetas del juicio traen plagas sobre los que se apartan del Evangelio para adorar ídolos de "oro, y de plata, y de metal, y de piedra, y de madera" y practican sus homicidios, hechicerías, inmoralidad sexual y hurtos (Apoc. 9:20, 21). Sea que los eventos de la historia fueran las terribles invasiones del Imperio Romano Occidental o la destrucción mahometana del Imperio Romano Oriental; sea que los eventos fueran la Revolución Francesa o la Revolución Comunista actual, todo debe ser visto como un resultado de los justos juicios de Cristo y como precursores del juicio final. Existe una ira venidera; pero la ira de Dios se manifiesta actualmente (Rom. 1:18) a medida que las así llamadas sociedades cristianas se entregan a grandes epidemias de crimen, inmoralidad, corrupción y violencia. En todo esto los juicios de Dios aparecen sobre la tierra. A medida que la gente contempla con desconcertado aturdimiento el desarrollo de los eventos, el pueblo de Dios debería ser como profetas modernos y declarar que "la hora de su juicio es venida". Mientras el Revelador veía guerras, calamidades, pestilencias y plagas caer sobre la tierra, escuchó voces que declaraban: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso . . . porque tus juicios son manifestados. -Apoc. 15:3, 4. Justo eres tú . . . porque has juzgado estas cosas. Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.-Apoc. 16:5. 7. Porque sus juicios son verdaderos y justos.-Apoc. 19:2. Todo el libro de Apocalipsis lleva este sello jurídico. "Juicio" es una de las palabras y conceptos claves del libro. No sólamente presenta un juicio venidero, sino un juicio que ya está en progreso y que conduce al juicio final. Puede que los juicios del presente parezcan horrorosos, pero para el pueblo de Dios son presagios de su liberación final. Cuando los prisioneros de guerra escuchan el estallido de las balas y cañones de sus aliados, no desesperan, sino que gritan de gozo en perspectiva de su liberación venidera. Este es el espíritu que se comunica en el mensaje de Apocalipsis. Pero el aspecto más vital del proceso de juicio presente salió a relucir cuando el gran Intercesor del templo celestial tomó "el incensario y lo llenó del fuego del altar y echólo en la tierra" (Apoc. 8:5). Esto nos recuerda las palabras de Jesús: "Fuego vine a meter en la tierra" (Luc. 12:49). Juan el Bautista dijo de Jesús: "él os bautizará en Espíritu Santo y fuego; cuyo bieldo está en su mano, y limpiará su era, y juntará el trigo en su alfolí, y la paja quemará en fuego que nunca se apagará" (Luc. 3:16, 17). Fue en el Pentecostés que el fuego del Espíritu fue derramado en la tierra. "Y les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego", asentadas sobre cada uno de los discípulos (Hech. 2:3). Todo esto fue un cumplimiento de lo que Isaías profetizó que sucedería en los días del fin, "Cuando el Señor ... limpiare las sangres de Jerusalem de en medio de ella con espíritu de juicio y con espíritu de ardimiento" (Isa. 4:4). Llamamos la atención al contexto jurídico de las escrituras anteriores. La obra del Espíritu es representada como una obra de juicio y separación. Más aún, al Espíritu se lo llama el Parakleto (Juan. 14:26; 15:26; 16:7-11). Esta palabra significa abogado (1 Juan 2:1), y probablemente se refiere al go 'el del Antiguo Testamento, el cual defendía en una corte hebrea el caso de otro. El Espíritu Santo es llamado también el Testigo de Jesucristo (Hech. 5:32), y esto es también un título jurídico. Desde esta evidencia, debe quedar claro que el Espíritu Santo está vitalmente asociado con una obra de juicio. En otras palabras, la segunda etapa del juicio queda inaugurada cuando Jesús toma del Padre el libro y arroja luego, desde su santuario hasta la tierra, el fuego del Pentecostés. ¿Cómo efectúa el Espíritu Santo esta obra de juicio y de separación? Como el Abogado y Testigo de Jesucristo, no habla de sí mismo (Juan 16:13, 14). Viene vestido en el Evangelio de Cristo. Es por el Evangelio que se hace esta obra de juicio y de separación. En el Evangelio, el Espíritu Santo recita delante de los hombres el gran acto de juicio divino en la muerte y resurrección de Cristo. Aparte del Espíritu no existiría el Evangelio. Sólo podríamos hablar de la cruz como de un evento histórico lejano. Pero una mera narración de la historia no es predicar el Evangelio. En un capitulo anterior mostramos que la recitación bíblica es más que un mero memorial. Es una re-presentación en la que todo el poder y presencia del acto pactal divino se hacen presentes.6 De modo que, cuando se recita la cruz delante de los hombres, en el poder del Espíritu, es justamente igual que si Cristo estuviera siendo crucificado ante sus ojos (Gál. 3:1; Apoc. 5:6). El Calvario siempre está presente delante de Dios, y su Espíritu lo hace presente delante de nosotros. Es mediante el Pentecostés que el pasado se hace presente. Así es como la historia de la cruz se constituye en el Evangelio; el "poder de Dios para salvación a todo aquel que cree" (Rom. 1:16). Si el Calvario fue el juicio del mundo (el Yom Kipur o día de la expaición), la predicación del Evangelio apostólico en el poder del Espíritu significa que este juicio se hace presente para nosotros. A medida que el pueblo de Dios contempla al que traspasaron, afligen sus almas como lo hacia Israel al congregarse en derredor del santuario en su día de expiación (Lev. 23:27; Joel 2:15-17; Zac. 12:9-14). Por el hecho de que todo el mundo quedó representado en el juicio del Calvario, es necesario traer los hombres individualmente a la cruz, ya sea para que queden incluidos gratuitamente en la santa historia de Jesucristo o para que la rechacen. Son juzgados mediante su respuesta a la cruz. Los que creen son justificados. Para Pablo, la justificación es el veredicto exonerante del juicio final (Rom. 2:13), recibido en el presente por la fe sobre el fundamento de que el juicio ya se llevó a cabo en Jesucristo ("si uno murió por todos, luego, todos son muertos"-2 Cor. 5:14). Los que creen, no son condenados. Esto también es un veredicto del juicio final, traído al presente del proceso histórico. El lenguaje jurídico-escatológico de Juan es inconfundible: El que cree en él, no es juzgado; el que no cree, ya está juzgado, porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y el juicio [del griego krisis, que significa la decisión del juicio] consiste en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.-Juan 3:18, 19; Versión Nácar y Colunga. En verdad, en verdad os digo que el que escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene la vida eterna y no es juzgado, porque pasó de la muerte a la vida.-Juan 5:24; Versión Nácar y Colunga. No sólo se hace presente el juicio pasado del Calvario en el Evangelio, sino que también en él se encuentra misteriosamente presente el juicio futuro. Todas las bendiciones del juicio futuro-la herencia, la vida eterna, la gloria, la justificación-son hechas presentes en el Evangelio para ser aceptadas por fe. Así también, todos los terrores del juicio futuro-la condenación, la ira de Dios, la muerte-se hacen presentes para los que no creen. Ser confrontados con el Evangelio es un asunto tan solemne como estar delante de Dios en el día del juicio final. De hecho, el juicio final sólo confirmará el veredicto pasado sobre nosotros en este tiempo probatorio. El día final será una revelación abierta de lo que el veredicto divino y nuestra conciencia ya decidieron -porque la conciencia humana coincide con el veredicto de Dios. Otra cosa más señala la naturaleza jurídica del Evangelio. La iniciativa de los actos de juicio divino permanece siempre en Dios. Dios señaló un tiempo para Cristo morir y resucitar (Hech. 2:23, 24). El "ha establecido un día, en el cual ha de juzgar al mundo" (Hech. 17:31). También señala la hora cuando los hombres son traídos a juicio en el poder del Evangelio. Nadie puede venir a Cristo a menos que le sea dado de Dios (Juan 6:65). Nosotros no venimos al Espíritu ni a la fe. El Espíritu y la fe deben venir a nosotros. Es un engaño pensar que el pecador tiene libre albedrío para llegar a ser cristiano en cualquier momento que escoja. Un prisionero tiene libertad para salir de la cárcel sólo cuando el carcelero abre la puerta y lo invita a salir. Escrito está: "Tu pueblo será de buena voluntad en el día de tu poder" (Sal. 110:3). Pero a menos que el Espíritu venga a nosotros gratuitamente en el Evangelio, no tendremos deseo ni habilidad para quebrantar nuestro cautiverio. Nadie arregla el momento propicio para pasarse de muerte a vida. Nadie puede decir: "Escucharé ahora el Evangelio y me haré un creyente". El pecador está totalmente sordo y no puede escuchar el Evangelio, a menos que el Señor esté presente para abrir sus oídos. Permanecerá ciego, no viendo el tesoro celestial, a menos que el Espíritu abra sus ojos. El que escucha el Evangelio a través de la obra gratuita del Espíritu no tiene seguridad de que lo habrá de escuchar de nuevo, si lo rechaza. Dios no es un sirviente del hombre, con el cual se puede chancear. El es un Dios de juicio. En la salvación, la iniciativa siempre está en él. Así es como el Evangelio apostólico está ubicado en el marco del juicio escatológico. Por esto es que el centro del Evangelio de Pablo es la justificación por la fe en la sangre de Cristo. Pablo presenta el juicio ante nosotros en forma tal que podamos ver nuestra justificación como nuestra mayor y más urgente necesidad. Su mensaje de justificación trata con las realidades más fundamentales del universo. Pero si se remueve el Evangelio de este marco escatológico o jurídico, entonces dejará de ser el Evangelio apostólico. Nadie puede conocer el Evangelio apostólico, a menos que haya estado frente a Dios en juicio y sepa que Dios ciertamente requiere de él una justicia que soporte el escrutinio del Todopoderoso. Es ante el tribunal del juicio divino que un pecador queda justificado, cuando echa mano, por la fe, de aquella justicia que no está contaminada por el hombre, una justicia con la cual puede pararse confiadamente ante el rostro de Dios en juicio. Si hemos de proclamar efectivamente el Evangelio, debemos utilizar todo recurso bíblico a nuestro alcance para presentar ante los hombres la realidad del juicio divino. Debemos usar la profecía y las señales bíblicas para iluminar el siguificiado del tiempo en que vivimos. Debemos mostrar que el estado de las naciones, de nuestra sociedad, de la iglesia y de los eventos actuales son evidencia de que esta es una hora de juicio. Mas sobre todo, debemos predicar el Evangelio como el juicio de Dios, que es y que precede al juicio final. El Evangelio, restaurado a su lugar histórico, jurídico y escatológico es la esencia del juicio pre-advenimiento. La comunidad que está escuchando ese Evangelio está siendo traída a juicio "porque es tiempo de que el juicio comience de la casa de Dios (1 Ped. 4:17). 1. Archibaid M. Hunter, Introducing New Testament Theology, págs. 27-8. 2. Calvin J. Roetzel, Judgment in the Community: A Study of the Relationship between Escathology and Ecclesiology in Paul, pág. 90. 3. Ibid., pág. 107. 4. No se gana el Espfritu por cosa alguna que haga el hombre, sino por las obras poderosas de Jesucristo (Gál. 3:10-14). 5. Compárese Apocalipsis 14:6, 7 con Marcos 1:15 y Juan 5:25. El reino de Dios y el juicio son virtualmente lo mismo por el hecho de que la función principal del Rey es la de juzgar (véase Sal. 72, etc.>. El mensaje del Evangelio no sólo anuncia que el reino y el juicio vendrán, sino que ya llegaron. En cierto sentido, la era venidera, con todas sus bendiciones y maldiciones, ya irrumpió en el presente. Perder de vista este punto es perder de vista la estructura fundamental del pensamiento novotestamentario. 6. Lutero intentó capturar este pensamiento en su doctrina de la cena.