Present Truth Magazine http://www.presenttruthmag.com El Zarandeo Del Adventismo 1 Los Adventistas: Herederos de la Reforma Los adventistas del séptimo d la han sido muy mal entendidos. Las razones para esto son, sin duda, complejas. Pero cualesquiera hayan sido, permanece el hecho de que la mayoría de las críticas hechas al adventismo han fallado al no lograr alcanzar el corazón del asunto. En dichos análisis, los adventistas han tenido, a menudo, dificultad en verse a si mismos. La impresión de que el Adventismo del Séptimo Día es un poco mejor que una secta no cristiana no resiste una investigacion minuciosa. Los adventistas creen en la Santa Trinidad, en la deidad de Cristo, en el nacimiento virginal, en la vida impecable de Cristo y en su sacrificio expiatorio en la cruz, en su resurrección corporal y su ascensión hasta la diestra del Padre. Este no es el credo de una secta no-cristiana. Más aún, los adventistas creen en la salvación por gracia, mediante la fe sola, tan fervientemente como la mayoría de los evangélicos. Creen en la santificación mediante la morada del Espíritu Santo en el corazón del creyente; y en el pronto retorno de Cristo Jesús con grande poder y gloria. Pensemos lo que pensemos acerca de este o aquel "distintivo" adventista, tenemos que reconocer al movimiento como cristiano. Se ha dicho algunas veces que los adventistas afirman salvarse por la observancia del sábado. Pero en mi contacto con ellos jamás he oído esto. iLos adventistas no creen ser aceptados por Dios debido a que guardan el sábado más que lo que creen en ser aceptados por Dios debido a que practican la monogamia! Y aun cuando se considera a los adventistas como cristianos, se piensa a menudo que ellos se "especializan en asuntos de menor importancia". Pero los adventistas que han dado lugar a esta acusación difícilmente pueden considerarse fieles al marcapasos de la gran misión adventista. De hecho, cuando se contempía bajo la luz del verdadero reclamo adventista, tal acusación será vista como errando el blanco. El Reclamo del Adventismo Entonces, ¿cuál es el reclamo real del adventista? ¿Cómo ve él su misión aquí en la tierra? ¿Qué es lo que considera como la razón de su existencia? El adventista se ve a sí mismo parado sobre la plataforma de la Reforma Protestante. Se considera a si mismo como un pro testante en el verdadero sentido de la palabra. Mientras otros cristianos no reclamarían ser herederos de los reformadores del siglo dieciséis, el adventista no tiene ninguna duda acerca de ello. Sin embargo, esto no es todo. De hecho, apenas es el comienzo. Puede ser que en este punto algunos de nosotros, cristianos evangélicos reformados, nos llevemos una sorpresa. No obstante, el hecho es que el adventista del séptimo día se ve a si mismo como quien sostiene una relación singular con la Reforma. Cree que Dios le ha llamado para llevar adelante el mensaje de la Reforma en forma tal que ningún otro cristiano, o cuerpo de cristianos, es capaz de hacerlo. El adventista del séptimo día es, en su opinión, el heredero especial de los reformadores. Unicamente por medio de la Iglesia Adventista es como la obra de la Reforma puede ser llevada a su fin designado por Dios. Obviamente, la existencia de una afirmación tan estupenda como ésta requerirá verificación. En lo que toca a los adventistas, difícilmente podríamos comenzar con un testimonio que merezca mayor crédito que el de la Sra. Elena G. de White. La Sra. White veía al movimiento como uno que se apoyaba en el pensamiento teológico de Lutero y Calvino y, por supuesto, en el de Pablo antes de ellos. En su voluminosa obra, E/conflicto de los siglos, la Sra. White considera la gran batalla entre Cristo y Satanás como extendiéndose desde los antecedentes de la Reforma (en personas tales como Hus y Wiclef), pasando por los reformadores mismos y su batalla contra Roma, hasta los puritanos y Wesley y, finalmente, hasta el movimiento mismo de los adventistas del séptimo día. Escribe la Sra. White: De esta manera fueron los valdenses testigos de Dios siglos antes del nacimiento de Lutero. Esparcidos por muchas tierras arrojaron la semilla de la Reforma que brotó en tiempo de Wiclef, se desarrolló y echó raíces en días de Lutero, para seguir creciendo hasta el fin de los tiempos mediante el esfuerzo de todos cuantos están listos para sufrirlo todo "a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús". .1 Tema frecuente en los escritos de los adventistas y en su conversación es el de llevar adelante la Reforma. La Sra. White habla de esto como sigue: "La Reforma no terminó, como muchos lo creen, al concluir la vida de Lutero. Tiene que seguir aún hasta el fin del mundo. Lutero tuvo una gran obra que hacer. Verdaderamente, la Reforma no concluyó con Lutero. No obstante, terminará con el movimiento adventista -al menos en lo que concierne al adventista del séptimo día. Este cree que el desafío presentado por Dios, de sufrir todas las cosas "a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús", ha venido a su movimiento con una fuerza singular. La Sra. White veía a Lutero como alguien que enseñó la doctrina de la justificación por la fe con brillante claridad.3 Lutero no fue un innovador ni un inventor: "Cristo fue un protestante. Lutero y sus seguidores no inventaron la religión reformada. Ellos la aceptaron sencillamente como fue presentada por Cristo y los apóstoles."4 En tales declaraciones de la Sra. White queda claro que no se veía a sí misma, ni al adventismo en general, como un fenómeno religioso "de última hora". El movimiento había de recibir y de llevar adelante la antorcha del evangelio eterno de la Reforma. W. W. Prescott refuerza esta perspectiva de la Sra. White. En los primeros años de este siglo, Prescott editó una publicación adventista llamada The Protestant Magazine (La Revista Protestante), en la que pone en claro que los adventistas son los guardianes de la herencia protestante en medio de un clima de modernismo y decaimiento espiritual. La revista deplora que: La desviación de los principios originales-por parte del protestantismo- y su aceptación de la filosofía humana en vez de la verdad revelada, están dándole al romanismo la oportunidad de proponer, con un mayor desplie lo Los Adventistas: Herederos de la Reforma i ~ gue de plausibilidad, la afirmación de que la gran Reforma fue un engaño, y que la única estabilidad para la verdad se encuentra dentro de la comunidad romana.5 No se ofrecen disculpas por el hecho de ser la revista una publicación protestante. Antes bien, se dice que los tiempos demandan una revista tal. En la misma se adopta la declaración hecha por los príncipes protestantes en la Dieta de Spira en 1529, como un indicativo de la posición adoptada por la revista.6 Carlyle B. Haynes publicó una obra titulada The Hour of God's Judgment (La hora del juicio de Dios) e incluyó en ella un capitulo bajo el subtítulo de "Completing the Unfinished Reformation" (Completando la reforma inconclusa).7 Haynes sigue la misma línea de razonamiento que encontramos en la Sra. White. La gran luz del evangelio fue dada a través de la Reforma y pasó por manos de los puritanos y de Wesley al pequeño grupo adventista en 1844.8 La misión de los portaantorchas escogidos por Dios en 1844 queda planteada como sigue: en 1844 llegó el tiempo para la revelación de la plenitud de la verdad evangélica. Si se había de cumplir la profecía de Daniel 8, y de seguro que asi debia ser, entonces en 1844 debemos buscar confiadamente el comienzo de un movimiento y mensaje que no sólo completen una Reforma detenida, sino que además, desplieguen ante el conocimiento de la humanidad todas aquellas verdades que fueron falsificadas durante los siglos de la Edad Media. Para llevar este mensaje al mundo fue necesario que Dios instituyera Otro movimiento y levantara otro pueblo separado de las iglesias establecidas que rehusaron caminar en la luz creciente.9 ¿En cuál de las críticas hechas al movimiento aparece esta convicción adventista? ¿Se habrá sumergido uno realmente hasta las profundidades del adventismo si pasa por alto esta convicción cardinal? Uno de los más respetables eruditos adventistas fue LeRoy Edwin Froom, una vez profesor de Teología Histórica en la Universidad Andrews, Berrien Springs, Michigan, EE. UU. Escribió algunos volúmenes notables, respetados no sólo dentro del movimiento adventista sino igualmente fuera del mismo.10 Froom quedó resentido bajo la ignominia de ver cómo clasificaban de secta a su movimiento, y trabajó con el propósito de mostrar su verdadera universalidad. En la obra Qur Firm Foundation (Nuestro firme fundamento), incluye un trabajo que es una condensación de su obra más extensa en cuatro volúmenes, Prophetic Faith of Qur Fathers (La fe profética de nuestros padres). En dicho trabajo, el Dr. Froom procuró mostrar que la interpretación profética adventista no es una innovación sino una restauración de la verdadera posición histórica de los mismos reformadores. Escribe él como sigue: En estos días finales se nos llama, como obreros remanentes de Dios, no sólo a reconstruir el edificio de la Reforma sino a restaurar también la estructura de la iglesia primitiva y a traerlo todo a la armonía con las especificaciones divinas. Hemos de restaurar aun las características originales omitidas por los reformadores. También hemos de reconstruir las partes distorsionadas y rechazadas por los pervertidores de las posiciones de la Reforma en los días finales. No sólo se nos confronta con esta doble labor, sino que se nos comisiona para terminar esta estructura incompleta llevándola a su consumación, colocando sobre ella la piedra cumbre de las características de la verdad presente de estos días finales, trayendo así toda la estructura a su terminación.1 1 Para Froom, la obligada comisión del movimiento adventista es, fundamentalmente una restauración, no la formación de una nueva estructura. Está inseparablemente unida con los esfuerzos de todos los anteriores constructores de la verdad profética. . . . Construiremos verdaderamente otra vez los fundamentos y la super-estructura de "muchas generaciones" en el imponente edificio de la verdad, diseñado originalmente por Dios. Esa es nuestra comisión ineludible bajo el movimiento adventista.12 Esta conciencia tan estupenda, de ser los herederos especiales de la posición histórica de la Reforma, recibe su expresión más elevada cuando Froom dice: ". . . pronto serán enfocados sobre nosotros los reflectores del inmisericorde escrutinio del mundo ... se demanda más de nosotros que de nuestros padres y mucho 4 más que de los padres de nuestros padres en generaciones pasadas".13 No es una coincidencia que Froom concluya usando palabras que se atribuyen a Martin Lutero: "Así, independientemente de otros, aquí nos paramos, Dios ayudándonos. No podemos hacer otra cosa."14 Presentar aqu i más evidencias para sostener nuestra tesis en lo que concierne a la convicción fundamental de los adventistas sería tedioso. 15 Concluiremos este aspecto de nuestra investigación con las palabras del profesor H. K. LaRondelle, de la Universidad Andrews. 16 En sus disertaciones sobre la justificación y la santificación, dadas durante el otoño de 1966, LaRondelle resume la posición adventista como sigue: En verdad puede decirse, junto con LeRoy E. Froom, que el movimiento adventista después de 1844 es la segunda gran Reforma, continuando y completando la obra de la primera Reforma del siglo dieciséis. ¡Por consiguiente, la segunda gran Reforma no es la cancelación de la primera Reforma, sino por el contrario, su consumación, su reconocimiento y su perfeccionamiento! Si la primera Reforma fue la restauración del evangelio, con la doctrina salvadora de la justificación por la fe sola, entonces la segunda Reforma es la restauración de la santa ley de Dios en la doctrina de la santificación mediante la fe y la sumisión.17 El Adventismo y el Evangelio de la Reforma Hemos visto que el adventista del séptimo día afirma sostener una relación única con la Reforma. No obstante, existe una pregunta importante que formular en este punto: ¿Qué es exactamente lo que el adventista reclama como suyo de la Reforma? Ciertamente no son los únicos que dan una evaluación positiva de la Reforma, o que pretenden tener a los reformadores como padres verdaderos. El adventismo no ha adoptado muchos aspectos de la Reforma, de hecho, no desearía adoptar muchos de sus aspectos. No adoptó el modo de bautizar de la Reforma, ni el sistema refomado de gobierno eclesiástico, ni tampoco abrazó el criterio luterano sobre la cena del Señor. Así que, preguntamos otra vez¿Qué aspecto de la Reforma pretenden los adventistas como su-¡doy yo? Creemos que la mejor forma de contestar esta pregunta es formulando otra pregunta-una de inmensa importancia en lo que concierne a los adventistas del séptimo día. Es una pregunta que alcanza al corazón mismo del movimiento. ¿Qué cree tener el adventismo para ofrecerle al mundo? ¿Cuál es, por una u otra razón, la contribución que cree estar peculiarmente capacitado para dar? Para el adventista no puede haber sino una contestación: ¡El evangelio! Por supuesto que una contestación semejante resulta engañosa en su simplicidad. La contestación puede expresarse, incluso, en varias formas. Por ejemplo, puede decirse que lo que el adventista tiene para ofrecer al mundo es "la justicia ner por la fe" o "el mensaje del tercer ángel".18 Pero sea cual sea la 're- terminología usada, la comisión que él cree haber recibido de ta- parte de Dios es la de continuar y de llevar a su consumación la a? recuperación del evangelio, iniciada formalmente con la Reforiva ma del siglo dieciséis. Para el adventista, su movimiento es un "movimiento con destino" (Froom). Lo ve como destinado a culminar en lo que se conoce en el simbolismo apocalíptico como el "fuerte pregón" (Ap. 14:7, 9; 18:1, 2). Este fuerte pregón se concibe como una proclamación culminante del evangelio, asistida por el derrama miento del Espíritu Santo en el poder de la "lluvia tardía". Todos se verán obligados a tomar una decisión a favor o en con tra de Cristo. Y después de tal confrontación, el Señor retornara. Sin tomar en consideración que esta afirmación sea correcta o incorrecta, resulta nada menos que asombrosa. El adventista cree que su movimiento, y ningún otro, es el "remanente" escogido por Dios, especialmente comisionado para dar el mensaje del evangelio y apresurar así el retorno de Cristo. Habiendo arribado a este punto, un clérigo evangélico debe detenerse y confesar su verg~enza, porque en muchas de nuestras "investigaciones" del adventismo esta sorprendente convicción haya recibido poca o ninguna atención. Con mucha frecuencia hemos dado la impresión de que los adventistas están interesados en cualquier cosa menos en el evangelio y que el movimiento se caracteriza por un espíritu sectario de especializarse en materias teológicas de menor importancia. Debemos ofrecer disculpas a los adventistas por este terrible descuido. Entiéndase de una vez y para siempre, que cualquier crítica que se haga al adventismo, esperando penetrar hasta el corazón del movimiento, debe entendérselas con su concepto del evangelio y con el fundamento bíblico y teológico que para ello aduzca tener. Fracasar en esto sería errar el blanco (adventista). Debemos verificar ahora, en sus publicaciones, la existencia de tan asombrosa reclamación por parte del movimiento adventista. Comenzamos con la Sra. White: "El mensaje de la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro. Esta es la gloria de Dios que termina la obra del tercer ángel."19 La necesidad de los adventistas es la de "llegar a ser exponentes de la eficacia de la sangre de Cristo, por la cual nuestros propi.os pecados han sido perdonados. Sólo así podemos alcanzar a las clases más elevadas".20 El "mensaje del tercer ángel" (esto es, el evangelio de la justificación por la fe),21 es lo que los adventistas debieran estar predicando: Cuando se predique el mensaje del tercer ángel como es debido, el poder acompañará su proclamación, y llegará a ser una influencia permanente.Debe ser asistido por el poder divino, o no logrará cosa alguna. El sacrificio de Cristo es suficiente, él hizo una ofrenda completa y eficaz para Dios; y el esfuerzo humano, sin el mérito de Cristo, no tiene valor.22 Algunas de las declaraciones de la Sra. White respecto al centrode la predicación adventista son tan adecuadas que nos tomaremos la libertad de citarías a nuestra satisfacción: Los predicadores han de presentar plenamente a Cristo tanto en las iglesias como en los campos nuevos. . . . Satanás tiene el premeditado propósito de impedir que las almas crean en Cristo como única esperanza suya. . 23 Los adventistas del séptimo día debieran destacarse entre todos los que profesan ser cristianos, en cuanto a levantar a Cristo ante el mundo. . . el gran centro de atracción, Cristo Jesús no debe ser dejado a un lado.24 El mensaje del evangelio de su gracia había de "ser dado a la iglesia con contornos claros y distintos, para que el mundo no siguiera afirmando que los adventistas del séptimo día hablan de la ley, pero no enseñan acerca de Cristo, o creen en él.25 El sacrificio de Cristo como expiación del pecado es la gran verdad en derredor de la cual se agrupan todas las otras verdades. . . Tal ha de ser el fundamento de todo discurso pronunciado por nuestros ministros.26 Sea la ciencia de la salvación el centro de cada sermón. . . No pongáis nada en vuestra predicación como suplemento de Cristo. 27 Ensalzad a Jesús, los que enseñáis a las gentes, ensalzadlo en la predicación, en el canto y en la oración. Dedicad todas vuestras facultades a conducir las almas confusas, extraviadas y perdidas, al "Cordero de Dios".28 En un lenguaje demasido claro como para malentenderlo, la Sra. White dice: "La justificación por la fe y la justicia de Cristo son los temas que han de presentarse a un mundo que perece".29 Un tema se tragará a todos los demás: Si por la gracia de Cristo su pueblo se convierte en odres nuevos él los llenará con vino nuevo. Dios dará luz adicional y se recobrarán antiguas verdades que serán colocadas de nuevo en el marco de la verdad; y por doquiera que vayan los obreros, triunfarán. Como embajadores de Cristo, han de escudriñar las Escrituras en busca de las verdades que han quedado escondidas bajo la basura del error. Todo rayo de luz recibido debe comunicarse a otros. Un interés prevalecerá, un tema se tragará a todos los demás: Cristo, nuestra justicia.30 En Mensajes selectos, tomo 1, la Sra. White deja claro que el mensaje del adventismo es el evangelio de la justificación por la fe sola: Algunos de nuestros hermanos han expresado temores de que nos ocupamos demasiado del tema de la justificación por la fe, pero espero y deseo que nadie se alarme innecesariamente ya que no hay peligro al presentar esta doctrina tal como se expone en las Escrituras. Si no hubiera habido negligencia en lo pasado en cuanto a la debida enseñanza del pueblo de Dios, no habría necesidad de llamar especialmente la atención a esto. Las preciosas y grandísimas promesas que nos son dadas en las Sagradas Escrituras se han perdido de vista en gran medida, tal como el enemigo de toda justicia quería que fuera. El ha proyectado su propia sombra oscura entre nosotros y nuestro Dios para que no veamos el verdadero carácter de Dios. El Señor se ha presentado a sí mismo como "misericordioso y piadoso; tardo para la ira y grande en misericordia y verdad". Varios me han escrito preguntándome si el mensaje de la justificación por la fe es el mensaje del tercer ángel, y he contestado: "Es el mensaje del tercer ángel en verdad."31 Podríamos citar mucho más de los escritos de la Sra. White.32 Sin embargo, lo ya citado es más que suficiente para mostrar que en lo que a ella compete la misión por excelencia del adventismo consiste en proclamar el evangelio de la justicia por la fe con poder y gloria sin precedentes. A continuación volvemos al finado Dr. Froom. En su libro, Movement of Destiny (Movimiento con destino), corrobora el testimonio de la Sra. White. En un capítulo titulado: "Nuestra misión y comisión obligatorias", el Dr. Froom escribe como sigue: La Predicaci6n Cristocéntrica Marca un Clímax Radiante 1. Toda Doctrina Actualizada en Cristo-Nuestra misión envuelve una predicación y enseñanza cristocéntricas en el gran final, hasta un grado no alcanzado hasta el presente. Esto será así, especialmente a medida que nos acerquemos al clímax radiante de nuestro testimonio. 2. Ser los Más Sobresalientes Predicadores de Cristo-Hemos de constituirnos hoy día y en el mundo entero en los más sobresalientes exponentes de Cristo en toda su plenitud. . . Una hueste responderá. Se nos llama a colocar todo aspecto de nuestro mensaje en su verdadero marco cristocéntrico. . . Entonces, predicar la doctrina será siempre predicar a Cristo.33 En una sección titulada "La justicia de Cristo, nuestro pasaporte indispensable", el Dr. Froom muestra, tan claramente como lo hace la Sra. White, lo que será el corazón del mensaje final a los hombres.34 Esta provisión gloriosa ha de constituir el corazón interior; y es tanto para el mundo como también para la iglesia. Será la vida perfecta de Cristo y su perfecta observancia de los mandamientos. El Dr. Froom dice inequívocamente que la justicia por la fe "en su proyección más amplia y abarcante, constituirá el corazón y la esencia de todo ello". Deberá recordarse, sigue él diciendo, que el evangelio eterno es la esencia y la dinámica de nuestro mensaje final a la humanidad. Esto constituye la forma de las cosas que han de venir.35 Haciendo uso de copiosas citas de dos de los más ilustres exponentes del adventismo, hemos mostrado la naturaleza precisa de la comisión especial que los adventistas pretenden haber recibi do de Dios como una concesión especial. Al ojear las fuentes de este movimiento, uno no puede escapar a la conclusión de que es un movimiento ligado al evangelio. Y, por supuesto, esto quiere decir que permanece en pie o cae dependiendo de la legitimidad, o viceversa, de su evangelio. Para concluir este capítulo hacemos tres comentarios adicionales: 1. A fin de tratar al adventista del séptimo día de acuerdo con el criterio del movimiento mismo, debe estudiarse su bien conocida posición negativista hacia Roma a la luz de la perspectiva anterior.36 Aunque, con frecuencia el adventista transmite la idea de que esta oposición se debe meramente a los abusos y excesosde Roma, en realidad, su verdadera posición es la resultante del punto de vista de su llamado divino a reenfatizar y consumar el evangelio de los reformadores. 2. La actitud frecuentemente enigmática del adventista hacia los protestantes debe verse también desde esa perspectiva. Con frecuencia ha dado la impresión de que está separado sólo por causa de asuntos relacionados con la ley. Pero éste no es su problema más serio. Se ha entregado a la convicción de que, en general, los protestantes apostataron del evangelio de la Reforma y de sus implicaciones; y que por lo mismo, comenzaron a deslizarse hacia la curia papal. El adventista cree que fue llamado por Dios para prevenir tal desliz en la medida que sea posible. Debe, como miembro fiel del "remanente"37 demostrar al mundo protestante (y, de hecho, a todos) el más profundo significado del evangelio y de la gloria de Dios. Esto es lo que motiva su posición respecto a Roma,38 como también su posición respecto a los protestantes. 3. Aún debemos tratar otro aspecto de la conciencia adventista. Un conocimiento de este aspecto colocará indudablemente la estupenda reclamación anteriormente expuesta en una perspectiva más correcta y confirmará nuestra tesis de que este movimiento está peculiarmente ligado al evangelio de la Reforma. Durante más de noventa años los adventistas han estado preocupados con el evangelio en una manera que sólo podemos catalogarde admirable. El adventismo ha tenido que encarar una pregunta muy seria que no podía levantarse en ningún otro lugar sino dentro del movimiento, a saber, ¿por qué no ha sido proclamado el "fuerte pregón"? ¿Por qué el Señor no ha venido? Una contestación es que unos cuarenta años después del comienzo del movimiento, el Señor benignamente procuró darle a la iglesia un conocimiento del evangelio con claridad sin pre-'cedentes. Desafortunada y trágicamente ella rechazó en gran medida la gratuita dádiva. Desde el año 1888, en una y otra forma, y en un grado mayor o menor, la Iglesia Adventista ha estado precisamente luchando con la secuela de su respuesta dada al mensaje de 1888. Ciertamente, el año 1888 se convirtió en "espina en el costado" para la Iglesia Adventista. Durante unos noventa años ha venido luchando con su relación al evangelio de la Reforma. Ninguna investigación del movimiento podría ir más allá de la superficie, si falla en tomar en consideración este factor. (Véase el apéndice al final de este capítulo para una sinopsis de la lucha adventista con el evangelio.) Por lo tanto, junto con la estupenda reclamación de la Iglesia Adventista debe colocarse el hecho de que ella ha reconocido su fracaso en llevar a cabo la comisión especial del Señor. A causa de esto, existe un "golpeteo de pecho" de carácter general. Cualquiera otra cosa que nos muestre la lucha en relación con la respuesta que la iglesia dio al mensaje de 1888 puede solamente confirmar nuestra posición de que el adventismo ha estado preocupado con el evangelio, y con su aproximación hacia el mismo, por más de noventa de los 137 años de su existencia. Creemos que este aspecto del movimiento justifica, en grado no pequeño, que se inquiera sobre la validez de su pretensión de sostener el evangelio de la Reforma. Quizá una crítica tal pueda hasta ser de ayuda al movimiento en una auto-clarificación. 1. Elena G. de White, E/conflicto de los siglos, pág. 84. 2.Ibid., pág. 158. 3. Ibid., pág. 295. 4. Elena G. de White, Review and Hera/d, junio 1 de 1886. 5. TheProtestantMagazine, No. 1,