El Zarandeo Del Adventismo

por Geoffrey J. Paxton



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Frente a un Comienzo Desfavorable: 1844-1888


The Blood of Christ and the Law


Losfundadoresde la Iglesia Adventista del Séptimo Día deben haber sido personas de caracteres rudos y determinados. Fueron los sobrevivientes de un gran naufragio religioso. El espectacular movimiento del despertar adventista para los 1840,1 algunas veceslíamadoel movimiento milerista, encalló sobre las rocas del "gran chasco" en el otoño de 1844. Cristo no vino como lo predijeron confiadamente.

Aunque quedaron curados para siempre de la tentación de establecer un tiempo definido para el evento final, estos pocos sobrevivientes nunca depusieron su esperanza en la cercanía del advenimiento. Retuvieron gran parte del elaborado marco profético que heredaron del movimiento milerista, y a esto se le añadió la creencia de que la hora final del juicio había arribado al santuario celestial, la enseñanza de la mortalidad del alma y la observancia del sábado del séptimo día. Creyeron que el dedo de la profecía los había señalado como el "remanente" de los últimos días (Ap. 12:17), llamado por Dios para proclamar a toda nación y tribu sobre la tierra la invitación final del evangelio como preparación para el retorno de Cristo (Ap. 14:6-14>.

Estos pioneros del adventismo del séptimo día eran semejantes a un ejército penosamente diezmado. La mayoría de sus camara das y todos sus líderes habían ca ido.2 Ni una sola figura religiosa notable adornaba su compañía. No tenían ningún clérigo con una rica herencia religiosa que los condujera. No poseían gran erudición teológica. La mayoría de ellos eran un tanto pobres. Y aun estaban separados de la corriente principal de la iglesia cristiana. Ningún observador les hubiera dado muchas posibilidades de éxito, especialmente tomando en cuenta lo que parecia ser un comienzo desastroso. De no haber sido por la influencia carismática de la joven Elena de White, pudieron haberse dado por vencidos. Pero su aportación inspiró a estos sobrevivientes con un asombroso sentido de misión mundial y de destino.

La pregunta que se levanta ahora ante nosotros es evidente. ¿Cómo ejecutaron los adventistas del séptimo día su labor de predicar y de enseñar "el mensaje del tercer ángel" durante el periodo de 1844-1888? Quizá ser,'a mejor permitirle a los mismos adventistas que contesten esta pregunta, porque de ninguna manera este autor es el primero en examinar este período.

Norval F. Pease fue uno de los adventistas que resumieron esta era. En su disertación para la maestría en el Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día de la Universidad de Andrews en 1945,~ Pease examinó el estado de la doctrina de la justificación en la Iglesia Adventista previo a 1888. Concluyó que estuvo casi totalmente ausente. Escribe Pease: "Los anales de este periodo de cuatro décadas no son abundantes, y las veces que se menciona esta doctrina particular son comparativamente pocas".4 El pasa a mencionar que una declaración de la Sra. White indica que ella y su marido estuvieron enseñando solos esta doctrina durante cuarenta y cinco años.5 La declaración de la Sra. White queda respaldada por el hecho de que en las revistas y primeros escritos adventistas se revela, según Pease, "una escasa cantidad de material sobre este tema".6 Desde agosto 15 hasta diciembre 19 de 1854, el encabezamiento de la Review and Herald enumeró las "Doctrinas principales enseñadas por la Review", y "esta lista no incluía ninguna mención de la justificación, la justicia u otro tema afín".7 Pease hace una pausa en su búsqueda infructuosa para hacer la siguiente observación:
Hasta aquí resulta evidente cuál era la tendencia imperante en las cuatro décadas que terminaron en 1888. Hasta el año 1850 el tema de la justificación por la fe prácticamente no había sido tratado en los libros y las revistas adventistas, fuera de referencias ocasionales hechas por Jaime White.8
Pease apunta que la Sra. White comentó hábilmente respecto de esta bendición en un discurso dado durante una reunión de campamento en Roma, Nueva York, el 17 de junio de 1889. En dicha ocasión ella estableció:
Se me ha preguntado cuál es mi parecer acerca de la luz que esos dos hombres [A. T. Jones y E. J. Waggonerl están presentando. Bien, yo misma os la he estado presentando durante los 45 años pasados: los incomparables encantos de Cristo. Esto es lo que he estado tratando de presentaros. Cuando el hermano Waggoner expuso estas ideas en Minneápolis, eso constituyó la primera enseñanza clara acerca del tema que yo haya oído de labios humanos, exceptuando la conversación intercambiada entre mi esposo y yo.9
No debe cuestionarse el juicio de este pastor e historiador adventista. En el periodo de 1844 a 1888 hubo casi un fracaso total por parte de los adventistas en no reconocer el credo fundamental de la Reforma. La posición casi universal dentro del movimiento, exceptuando algunos comentarios incidentales dei. H. Waggoner, era que la justicia aceptable delante de Dios se halla a través de la obediencia a la ley con la ayuda del Espíritu de Dios.

Este era esencialmente un punto de vista semi-pelagianista de justificación por la fe (es decir, que la aceptación para con Dios es el resultado de la cooperación entre el esfuerzo humano y el divino). En otras palabras, se subordina la justificación, que descansa sobre el fundamento de la justicia imputada de Cristo, a la santificación del creyente por la renovación interior. No hubo avance hacia la posición de los reformadores hasta lo que sucedió bajo el liderato de A. T. iones y E. i. Waggoner en 1888.

Ahora intentaremos sostener esta aseveración partiendo desde la literatura producida durante este período, la cual revela cómo los educadores adventistas de las primeras cuatro décadas subordinaron la justificación en un estilo católico romano. Hubo cuatro características mayores en este acercamiento adventista del séptimo día al evangelio que nos condujeron a esta conclusión:

1. La justificación quedó subordinada a la santificación en el sentido de que la justificación era vista como solamente para los pecados del pasado. i. H. Waggoner,10 iaime White,11 y Unas Smith,12 explicaron todos el significado de la obra de Cristo como algo que se aplicaba sólo a los pecados del pasado. Este relegamiento de la justicia de Cristo al pasado fue asistido del hecho de que, en las primeras cuatro décadas, la enseñanza adventista en torno al evangelio de la Reforma casi no le dio lugar a la obediencia activa <la vida) de iesucristo. La acentuación del énfasis recaía siempre sobre la muerte de Cristo por los pecados del pasado.13 De mencionarse la vida de Cristo, se hacía sólo en términos de él como nuestro ejemplo.14

2. A la justificación se le dio la connotación de mera justificación. No es que esto haya sido expresado en tales palabras, sino las exposiciones examinadas del período. Existe allí un énfasis aplastante sobre la ley y correspondientemente un énfasis menor sobre el Evangelio. Para citar un caso especifico; se publicó un libro escrito por Roswell F. Cottrell, titulado The Bible Class: Lessons Upon the Law of God and the Faith of Jesus (La clase bíblica: lecciones sobre la ley de Dios y la fe de iesús). En la página titular las palabras "Ley de Dios" aparecen impresas en caracteres mayores, mientras que las palabras "fe de iesús" aparecen impresas en caracteres considerablemente menores. Esto podría excusarse como un mero error del linotipista. Sin embargo,el libro mismo dedica sus primeras cincuenta y nueve páginas auna discusión de la ley y luego diez páginas a la fe de iesús o el evangelio. Se habla de la vida de iesús sólo como un ejemplo. Más tarde, Cottrell habría de oponerse al mensaje de 1888.15

Debido a que el interés abrumador de los adventistas de este período era el de prepararse para la venida de Cristo, y en particular, el de adquirir una justicia que fuera lo suficientemente buena como para pasarlos a través del "tiempo de angustia", enfatizaron lo imperativo hasta el grado en que lo indicativo quedó empequeñecido. Así, su religión se tomó hagiocéntrica <centralizada en la santidad del creyente).

3. A la luz de lo anterior, no resulta difícil comprender el énfasis incesante durante este lapso hasta 1888-a saber, que la aceptación en el juicio final es en base a la santificación del creyente (y en particular, en base a la gracia interna).

J. H. Waggoner estableció esto enfáticamente en su libro, Justification by Faith (iustificación por la fe). El estaba luchando contra el antinomianismo y el calvinismo. El juicio por obras era para él el golpe de muerte tanto para el antinomianismo como para la doctrina calvinista de la "seguridad eterna". Vio el juicio de acuerdo a las obras como opuesto a la justificación por la fe.

Para Unas Smith, Cristo perdonaba el pasado y proveía gracia y fortaleza para capacitamos para obedecer en el futuro y obtener así la aceptación por parte de Dios.16
De acuerdo con los escritores de este periodo, podía hablarse de la renovación interior o de la transformación como si fuera una de dos, la justicia de Cristo o la justicia de la fe. Era la justicia de Cristo porque era su obra en el corazón, y era la justicia de la fe porque fluía desde (o era el resultado de) la fe.17

En la temprana teología pactal adventista, se minimiza la obra del Mediador del nuevo pacto por el interés de adquirir una santificación aceptable para el juicio.18 El defecto del viejo pacto no radicaen en las condiciones impuestas sobreel el pueblo, ni en sus promesas de cumplir tales condiciones, sino en su incapacidad y fracaso de no guardar la ley. De aquí que fuera necesario establecer un nuevo arreglo. Se concede la gracia de Dios-la ley queda escritaen el corazón mediante la regeneración-y esto capacita al creyente para guardar la ley aceptablemente y pasar airoso el juicio de Dios.19 De esta forma, la persona librada del pecado mediante la fe en iesús, entrará en la ciudad de Dios como un guardador de los mandamientos.20 Por esto, se define a la justificación por la ley, según lo explica G. 1. Butíer bajo este esquema doctrinal, como buscar la aceptación para con Dios sobre el terreno del esfuerzo propio sin la ayuda del Espíritu de Dios, quien ha venido para ayudar al creyente a hacer lo que otros bajo la vieja dispensación no pudieron hacer (guardar la ley), y que él mismo (todavía) no puede hacerlo "en sus propias fuerzas".21 No puede dejar de captarse la sorprendente afinidad de esta enseñanza con la teología tridentina.22

4. Otra caracteristica esencial de esquema doctrinal tridentino es el perfeccionismo. En este periodo está predominante-mente implícito el perfeccionismo, pero se vuelve explicito en los dos períodos aún por examinar. Probablemente, lo que se necesitó fue tiempo para que se hiciera manifiesta la lógica de la posición teológica. Sin embargo, comenzó a aflorar aún durante las primeras décadas del movimiento. A pesar de que iaime y Elena White tuvieron ocasión de reprender a los proponentes del perfeccionismo del movimiento de santidad,23 no faltaron declaraciones de iaime White con sabor decididamente perfeccio nista.24 Un corolario de su punto de vista de que el juicio ya había comenzado,fue su perspectiva de que habría un tiempo, después del cierre del juicio y antes de la venida de Cristo, en el cual los hombres debían vivir sin Mediador. Mientras White consideraba esta posición, se convenció de que "una consagración en todo aspecto tan completa" como la del creyente moribundo era inadecuada para que los santos vivos pasaran este "tiempo de anla gustia". La consagración para vida había de ser más elevada que Le la del que muere en el Señor.25

Tal parece que la Sra. White no compartió la misma perspectiva de su esposo en algunos aspectos centrales de la religión. LeRoy Edwin Froom dejó una ilustración gráfica de cómo el énfasis pri mario de iaime White recaía sobre la ley mientras que el énfasis de Elena de White recaía sobre el evangelio.26 Además, iaime White hacía distinción entre la preparación para la muerte y la preparación esencial para la traslación de una persona que no te vería la muerte. Pero Elena White afirmó que la misma preparación que alista a uno para la muerte prepara también a uno para latraslación; porque asicomo no ocurre cambio en el carácter en O ocasión del segundo advenimiento, tampoco ocurre cambio algule no en ocasión de la muerte o de la resurrección.27 Existe algún desacuerdo en torno a la posición de la Sra. White en lo que toca al perfeccionismo. Con todo, este escritor no piensa que uno está obligado a leer su obra atribuyéndole un matiz perfeccionista.28 Si nuestro entendimiento de la Sra. White es correcto, tenemos que decir que su énfasis predominante es el más alentador hasta el tiempo del Congreso General de 1888. Queda claro, partiendo de sus escritos, que durante el tiempo previo al de 1888 hubo una conciencia creciente de que no todo andaba bien en la iglesia remanente.29 De acuerdo con la Sra. White, todo el énfasis en la ley sin el evangelio dejó al remanente cautivo en las garras del seco legalismo:
Durante mucho tiempo hemos deseado y tratado de obtener estas bendiciones, pero no las hemos recibido por haber acariciado la idea de que tendríamos que hacer algo para hacernos dignos de ellas. No hemos mirado aparte de nosotros mismos, ni creído que Jesús es un Salvador viviente.30
La comunidad remanente estaba lista para tomar un sendero
más excelente.

1. En e~ verano de 1844 había, de acuerdo con os estimados m~s conservadores, 50,000 adventistas confesos.
2. Para 1849 había sólo 100 adventistas guardadores del sábado.
3. Norval F. Pease, "La justificación y la justicia por la fe en la Iglesia Adventista del Séptimo Día antes de 1900". Véase Pease, Solamente por fe, págs. 93-1 09.
4. Ibid., pág. 28. Véase Solamente por fe, pág. 95.
5. Ibid. Véase Solamente por fe, págs. 98-99.
6. Ibid., pág. 31; y Solamente por fe, pág. 95.
7. Ibid., compárese con pág. 33.
8. Ibid., pag. 35; y Solamente por fe, pág. 98.
9. Ibid. y Solamente por fe, pág. 98, 99.
10. J. H. Waggoner, Justification by Faith (Justificación por la fe).
11. "La ley de Dios. . . lo conduce [al pecador] a Cristo donde puede encontrar, únicamente por medio de la fe en su sangre, la justificación por las ofensas del pasado. La ley de Dios no tiene poder para perdonar las ofensas pasadas (Jaime White, Reviewand Herald, junio 10 de 1852, pág. 24).
12. En 1872 Unas Smith publicó "A Declaration of the Fundamental Principies of the Seventh-day Adventists" (Una declaración de los principios fundamentales de los adventistas del séptimo día>. Aunque él era el autór, la obra no llevó su nombre dado que había de representar a todo el movimiento adventista. El artículo 15 establece: "que como todos han violado la ley de Dios y no pueden rendir de sí mismos obediencia a sus justos requisitos, nosotros dependemos de Cristo, primeramente para la justificación de nuestras ofensas pasadas y, segundo, de su gracia por la cual rendimos una obediencia aceptable a su santa ley en lo sucesivo."
13. Véase a Unas Smith en The Sanctuary and The Twenty-three Hundred Days of Daniel VIII: 14 (El santuario y los dos mil trescientos días de Daniel 8:14), págs. 245-47. De aquí resulta aparente que Smith creía en Cristo como Sustituto nuestro, pero que veía significado para esto solo en la muerte de Jesús. No hemos encontrado nada donde Smith insinúe que Cristo fue también nuestro Sustituto en santa obediencia.
14. Véase a Jaime White en The Redeemer and Redeemed: or the Plan of Redemption Through Christ (El Redentor y los redimidos: o el plan de la redención a través de Cristo), págs. 3-13. White dice: "Esto es redención en su primera etapa. Es la liberación de los poderes de las tinieblas y una traslación por encima de las corrupciones de este mundo al reino de la abundante gracia de Cristo" (pá~. 8). "La muerte, resurrección y ascensión del Hijo de Dios fueron eventos de gran importancia en el plan de la redención humana, pero con ninguno de estos queda el plan terminado. El Redentor habría de tener dos diferentes advenimientos a este mundo. En el primero él vivió como nuestro ejemplo, predicó su propio evangelio, obró milagros para confirmar su misión divina, murió como nuestro Sacrificio, resucitó de los muertos para nuestra justificación y ascendió a la diestra del Padre para abogar la causa del pecador arrepentido" (pág. 13). Véase además, Life Incidents in Connection with the Great Advent Movement (1 ncidentes de la vida en conexión con el gran movimiento adventista) pág. 354; Bible Adventísm or Sermons on the Coming and Kingdom of Qur Lord Jesus Christ (Adventismo bíblico o sermones sobre la venida y el reino de nuestro Señor Jesucristo), págs. 196-97.
15. Véase a Roberto J. Wieland y Donald K. Short en 1888 Re-examined,
pág. 62.
16. "Que el nuevo nacimiento comprende el cambio total necesario para prepararse para el Reino de Dios y que consiste de dos partes: Primero, de un cambio moral, obrado por la conversión; y segundo, de un cambio físico en el segundo advenimiento de Cristo. . ~ "Que, como el corazón natural o carnal está en enemistad contra Dios y su ley, esta enemistad puede someterse sólo mediante una transformación radical de los afectos; el cambio de principios impuros por santos; que esta transformación sigue al arrepentimiento y a la fe y es la obra especial del Espíritu Santo que constituye la regeneración o conversión" (Smith, Declaration, artículos 5, 14). No estamos de acuerdo con L. E. Froom quien dice que esta Declaración era menos representativa que lo que Smith aseguraba (Froom, Movement of Destiny, pág. 160).
17. De modo que, en oposición a E. J. Waggoner y a A. T. Jones, véase a Unas Smith en "Nuestra Justicia" en la Review and Herald de junio 11 de 1889. Véase además, la Review and Herald de mayo 10 de 1892, para la perspectiva de Smith respecto del hombre de Romanos 7, que es la misma adoptada por la iglesia de Roma en tiempos de la Reforma. Debe decirse, para crédito de Smith, que para comienzos de 1891 comprendió que había cometido un terrible error en Minneapolis y confesó su mal, comprometiéndose a sí mismo a sostener la verdad que una vez pisoteó. Pero aparentemente aún entonces no comprendió su tremenda importancia (véase a A. V. Olson, Through Crisis to Victory, 1888-1901, págs. 92-103.
18. Véase a Juan Nevins Andrews, Sermons on the Two Covenants (Sermones sobre los dos pactos). "M. H."; The Two Lawsand Two Covenants (Las dos leyes y los dos pactos).
19. J. N. Andrews en 1851 reconoció que Cristo "fue hecho bajo la ley, guardó el pacto que requiere perfecta obediencia, y luego murió por nuestras transgresiones y nos legó su propia herencia". (Juan Nevins Andrews, Thoughts on the Sabbath and the Perpetuity of the Law of God [Pensamientos acerca del sábado y la perpetuidad de la ley de Dios] , pág. 16). Sin embargo, aparentemente falló en no comprender el significado de lo que había escrito.
20. "Por fe en la sangre de Cristo, podemos ser limpiados del pecado-la causa de nuestra enfermedad puede removerse: y obedeciendo las leyes de salud, podemos tener derecho al árbol de la vida. Pero permítase que todos los que han recurrido al Médico de las almas para sanidad sean cuidadosos de no exponer su salud otra vez quebrantando los mandamientos de Dios. La fe es nada más que una firme creencia; pero es de tanta importancia en el plan de la salvación que a todo el plan se le llama 'la fe'. En este sentido, la fe no es meramente un acto de la mente, el mismo que la creencia, sino que incluye varios requisitos que han de obedecerse. [Se citan aquí Hechos 6:7; Romanos 1:15; 16:26; 2 Timoteo 4:7; Apocalipsis 14:12.1 Estos pasaies muestran que . . . todo lo que se requiere que nosotros hagamos a fin de ser salvos del pecado pertenece a la fe de Jesús. La persona así librada del pecado por la te de Jesús, entrará en la ciudad de Dios como un guardador de los mandamientos tanto así como si nunca hubiese pecado. Ap. 22:14". (Roswell F. Cottrell, The Bible Class: Lessons upon the Law of God, and the Faith of Jesus [Lecciones sobre la ley de Dios y la fe de Jesús],págs. 61-62).
21. "'Vacíos sois de Cristo los que por la ley os justificáis: de la gracia habéis caído'. Con frecuencia se separa a este texto de su conexión y se utiliza como algo que lleva una relación con nuestra justificación personal, de nuestras transgresiones de la ley moral, por la fe . . . Ningún hombre puede salvarse por sus buenas obras únicamente. 'Todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios'. Por nosotros mismos somos totalmente débiles e indefensos. . . y si nuestros pecados han sido perdonados, debemos tener fe constante en, y ayuda de, un Salvador crucificado, acceso constante a su fuente inagotable de fortaleza, a fin de obtener cualquier ayuda real o llevar a cabo cualquier cosa que encuentre el favor de Dios en la línea de las buenas obras. . . . Con todo. . - el apóstol.. - no está hablando de ser justificados a través de la obediencia de la ley moral" (George 1. Butíer, The Law in the Book of Ga/atians: /s It the Moral Law, or Does /t Refer to that System of Laws Peculiar/y Jewish? [¿Es la ley en el libro de los Gálatas la ley moral o es acaso que se refiere a aquel sistema de leyes peculiarmente judías?], págs. 74-75. El punto de vista de Butíer, como lo cita Olsonen Through Crisis to Victory, págs. 45-46, 86-87, debe ser tomado en consideración.
22. Esto es, del Concilio Católico Romano de Trento.
23. "Nos da lástima saber la condición del hermano B., y saber que Satanás lo está empujando para traer discordia en la Asociación de Indiana bajo el pío disfraz de santidad cristiana. Tanto ustedes como nosotros creemos plenamente que la santidad de vida es necesaria para prepararnos para la herencia de los santos en luz. Nosotros sostenemos que este estado debe alcanzarse de un modo bíblico. Cristo oró para que sus discípulos puedan ser santificados mediante la verdad, y los apóstoles predicaron de purificar nuestros corazones obedeciendo la verdad. La iglesia profesa de Cristo está llena de este artículo espurio, y una característica distintiva del mismo es que mientras más uno bebe del espíritu de la santificación popular, menos aprecia la verdad presente. Muchos de los oponentes abiertos del sábado de Dios, del mensaje del tercer ángel y de la reforma pro-salud se encuentran entre los santificados. Algunos de ellos han arribado a la posición casi sin esperanza de que no pueden pecar. Estos, por supuesto, no dan más uso al Padre Nuestro, que nos enseña a orar por que se nos perdonen nues tros pecados; y muy poco uso dan a la Biblia mientras profesan ser dirigi dos por el Espíritu. . . Advertimos a nuestros hermanos de la Asociación de Indiana y en todo lugar. Nuestra posición siempre ha sido que la verdadera santificación, la que ha de soportar la prueba del juicio, es la que viene mediante la obediencia de la verdad y de Dios" <Jaime y Elena White, "La santificación espuria", Review and Heraid, junio 6 de 1878.
24. Véase a Jaime White, Review and Herald, de enero 29 de 1857.
25.Jaime Whiteed., Life Sketchesof James White and Ellen G. White (Daesquemáticos de la vida de Jaime White y Elena de White), pág. 431.
26. Froom, Movement of Destiny, págs. 182-186.
27. E, G. Whíte, Joyas de los testimonios, 2:167,168; idem, El hogar adventista, pág. 12; idem, En los lugares celestiales, pág. 227.
28. Norman F. Douty, el escritor de Another Look at Seventh-day Adventism (Otra mirada al adventismo del séptimo día), no estaría de acuerdo con mi conclusión en esto, aunque Anthony Hoekema, en su libro Four Major Cults (Cuatro grandes cultos) sí. Compárense las siguientes referencias de Elena G. de White: La edificación del carácter, págs. 5, 81; Los hechos de los apóstoles, págs. 448, 449; E/ camino a Cristo, págs. 64, 65, donde se habla en contra de la perfección; y El camino a Cristo, pág. 62; la Review and Herald del 26 de febrero de 1901; Mensajes selectos, 1:231, 438 que parecen hablara favor de la perfección. Sin embargo, la perfección, según la Sra. White, puede verse a la luz de su énfasis sobre el evangelio al cual ya nos hemos referido. Compárense las siguientes referencias de Elena G. de White: Review and Herald de marzo 8 de 1906; la de septiembre 3 de 1901; Questions on Doctrine, pág. 684; Mensajes selectos, 1:463; 2:36-7. La última cita lee como sigue: "No debemos inquietarnos por lo que Cristo y Dios piensan de nosotros, sino que debe interesarnos lo que Dios piensa de Cristo, nuestro Sustituto".
29. "La iglesia se ha apartado de seguir a Cristo su Líder y se retira firmemente hacia Egipto" (E. G. White, Testimonies, 5:217). Compárese con esto: "Los hechos concernientes a la condición real del pueblo profeso de Dios, hablan más sonoramente que su profesión y hacen evidente que algún podér cortó el cable que los anclaba a la Roca Eterna y que se están yendo a la deriva sin mapa ni compás" (idem, Review and Herald, julio 24 de 1888).
30. Tomado de una disertación matinal dirigida a los ministros congregados en el Congreso General celebrado en Battle Creek, Michigan, en noviembre de 1883, publicado en Gospel Workers de Elena G. White, págs. 411-415, ed. de 1892, bajo el título de "Cristo nuestra justicia". También, "En él están nuestra esperanza, nuestra justificación, nuestra justicia. . - . En este mismo momento él está llevando su obra adelante en favor nuestro, invitándonos a que vengamos a él en nuestra incapacidad y seamos salvos. Lo deshonramos por nuestra incredulidad Mis hermanos, ¿estáis esperando que vuestro, mérito os recomiende al favor de Dios, pensando que debéis estar libres del pecado antes que podáis confiar en su poder para salvar? Si esta es la lucha que está librándose en vuestras mentes me temo que no ganaréis fuerza y finalmente os desalentaréis" (págs. 412-41 3).