Present Truth Magazine http://www.presenttruthmag.com El Zarandeo Del Adventismo Conclusión: El Zarandeo del Adventismo El advent¡smo contemporáneo-especialmente en los años 70se encuentra en conflicto en lo que toca a la naturaleza del evangelio de Pablo y de los reformadores. Ya han sido presentados dos elementos que contrastan en la articulación adventista del evangelio (el protestante y el católico romano). Pero en el período moderno éstos han surgido como dos teologías distintas y totalmente desarrolladas. La articulación protestante se levanta sobre la base de los logros cristológicos y soteriológícos de las décadas 50 y 60. A fin de poder sobrevivir y crecer, el concepto católico romano debe barrer a un lado veinte años de desarrollo teológico, por cuanto contempla los énfasis cristológico y soteriológico de las décadas 50 y 60 como hostilesasu existencia teológica. Si esta última perspectiva triunfa dentro del adventismo del séptimo día, entonces no hay duda en la mente de este escritor de que el movimiento deberá redefinir su reclamo. Porque, ¿cómo podría uno adelantar la obra de los reformadores tomando un evangelio y remodelándolo de acuerdo con el evangelio del catolicismo romano? Si el adventismo tiene una contribución distintiva que hacer, hay pocas dudas de que ésta radica en el área de la escatología. La mayoría de los eruditos de la Reforma estarían prestos a reconocer que la Reforma se quedó corta en lo que toca a una pers pectiva escatológica madura y consistente con su centro dogmático. Con todo, si la Iglesia Adventista ha de hablar seriamente en lo que concierne a adelantar la Reforma, debe elucidar su contribución escatológica en cierta forma que edifique sobre el fundamento establecido por los reformadores en vez de destruir a éste. Mirando la historia del adventismo en forma general, sospechamos que los reclamos iniciales, de estar adelantando la Reforma, fueron hechos en una forma bastante generalizada. Es aún probable que la Reforma fuera entendida en términos de la perspectiva teológica de los pioneros adventistas. Sin embargo, desde aquellos tiempos, el movimiento ha crecido considerablemente y resulta difícil ver cómo es que exponentes más informados y sofisticados de la fe adventista puedan ser tan ingenuos en su reclamo de estar asentados en la corriente de la Reforma. El peso de dar una representación más fiel de los reformadores descansa sobre los adventistas del séptimo día modernos. El punto determinante del problema en el adventismo moderno descansa sobre entender la re/ación de la justificación y la santificación. Fue su relación adecuada lo que se encontraba en el corazón de la Reforma. No hay duda de que aquí los adventistas que insisten en que la justicia por la fe significa justificación y santificación lo hacen motivados por el sincero deseo de honrar la ley de Dios y de evitar la tra'mpa del antinomianismo. Pero es igualmente cierto que aquellos que han includo la santificación en el artículo de la justificación por la fe lo han hecho contradiciendo el mejor juicio de Pablo y de los reformadores. Más aún, la inclusión ha resultado en una fusión. La cúspide de este enfoque de la justicia por la fe se encuentra en la teología de H. E. Douglass y del liderato de la iglesia en la Reviewand Heraid. Aquí se equipara el evangelio con el creyente. (Roma y gran parte del neo-protestantismo-por ejemplo Schleiermacher-han hecho la misma cosa.) Este es el resultado inevitable de mezclar la justificación con la santificación. En esta teología, el medio (el creyente) es el mensaje. La distancia cualitativa infinita entre el Salvador Dios-Hombre y aquellos a quienes él salva se califica de tal forma que aparece como sólo una diferencia cuantitativa. En lugar de ser el único Salvador, Jesús se constituye en el "Hombre modelo". La imitación de Cristo se traga a la fe en la proeza del Dios-Hombre, tanto como también a la conducta ética que ese logro motiva. Cualquiera que tenga la más leve comprensión del evangelio de la Reforma no dejará de ver que la teología de Douglass es más consistente con Roma que con los reformadores. Hablar de ésta en términos de estar "adelantando la obra de la Reforma" es cambiar el significado de palabras claras. Repito, debemos precavernos de ser más sabios que Pablo y que los reformadores en este asunto de la justicia por la fe. Más de una vez este autor se ha cruzado con la mentalidad que dice: "Seguro, de esa forma es como se usa la justicia por la fe en Pablo, pero nosotros los adventistas hemos elegido usarla en esta forma (es decir, que incluya ambas cosas, la justificación y la santificación)". Este tipo de enfoque lleva consigo grandes peligros: 1. El mayor peligro es que el uso distintivo adventista de la expresión alterará drásticamente el uso paulino-reformado. Creemos que tal cosa ha sucedido. 2. Este tipo de enfoque alienta la sospecha entre los evangélicos de que los adventistas quieren pararse encima de la Biblia en vez de ampararse bajo la Biblia. 3. Aún a pesar de que el uso de una expresión bíblica no alterasefinalmentesu significado, tal uso podría todavía ser cuestionado, especialmente cuando la expresión es una que radica en el corazón del mensaje bíblico. Este autor recuerda demasiado muchos sermones en relación a textos bíblicos que aunque no se estaba diciendo algo incorrecto, no estaban diciendo lo que decía el texto. A la vez que pueden estar declarando una verdad teológica, el uso del texto confunde a la gente acerca de lo que la Biblia está diciendo. Así queda la gente incitada a apartarse del mensaje bíblico. II En esta sección quiero permitirme una mayor libertad que la que hasta ahora me he tomado en el curso de mi presentación. La razón es porque este proyecto tiene más que un interés académico para mí. Por una razón, no creo que se le haga justicia al adventista o a su movimiento si yo mirase su posición desde un mero punto de vista académico aislado. i Es obvio que, en mi examen del eje central del adventismo, el adventista quiera que yo me examine a mi mismo! Desde mi propia perspectiva no puedo hacer otra cosa sino estar profundamente interesado en la misión de los adventistas. Soy un clérigo que se afirma en la tradición de la Reforma. ¡De aquí que esté más que ligeramente interesado en un movimiento que sin avergonzarse me informa que ha sido levantado por Dios para llevar adelante la obra de la Reforma en una forma que yo no puedo! Habiendo quedado asegurado de la posición cristiana fundamental del adventismo del séptimo día, me determiné a ejecutar mi labor en el espíritu de uno que está en la disposición de ser enseñado, aun desde una fuente inesperada. Así es que me propuse ser franco y honesto, porque creo que eso es lo que un verdadero adventista esperaría de mi parte. 1. Para comenzar, el movimiento adventista, cuando consideramos todas las cosas, se ha desarrollado sorprendentemente bien. Desde un grupo pequeño, desconocido y aislado, de refugiados procedentes del movimiento milerista, ha crecido hasta un formidable establecimiento humanitario en el mundo. Sea cual sea el credo o candor de uno, uno no puede negar este hecho. 2. Más aún, el adventista es tal persona que se halla en total fervor acerca de la ejecución de lo que él cree ser su comisión especial de parte de Dios. Independientemente de cómo uno piense respecto de cuán bien el adventista ha llevado a cabo esta comisión, el hecho de que es un devoto altamente celoso no puede contradecirse. Tampoco es este fervor un mero ciego entusiasmo religioso en muchos de los casos. En los años de mi investigación del adventismo, he encontrado un celo por la doctrina de la justificación apenas igualado en cualquier otro lugar. Muchos de los adventistas de fila que he conocido están "vendidos" completamente al evangelio de la gratuita justificación en Cristo. 3. Otro aspecto de la conciencia adventista merece ser elogiado. El adventista es celoso por la ley de Dios. Celo por la ley de Dios y legalismo no son sinónimos, aunque algunos que son ce¡osos por la ley nos alienten a establecer este paralelo. Con todo, la mayoría de los adventistas con quienes me he encontrado son celosos por la ley de Dios como una expresión de la realidad de la justificación en la vida del creyente. Para ponerlo en otras palabras, el adventista está ansioso por sostener en una tensión bíblica adecuada la justificación por gracia y el juicio de acuerdo a las obras. Cree que tanto énfasis en lo primero ha significado una detracción de lo segundo. Este interés por sostener en una tensión apropiada la justificación por gracia y el juicio de acuerdo a las obras debe ser aplaudido por todos los que desean tomar la perspectiva bíblica con seriedad. La relación adecuada de la ley y el evangelio en nuestra vida diaria es importante, especialmente en una era de sentimentalismo flácido y de ética situacional. Habiendo dicho todo esto-y no teniendo intención alguna de restarle algo a ello-deseo expresar algunos aspectos del adventismo que traen perplejidad; los cuales se relacionan con el interés central de este libro: 1. La comunidad adventista da una evidencia considerable de ser aislacionista. 1 Este fue el caso particular en las primeras décadas del movimiento, y todavía lo es, aunque en un grado menor. Los pioneros del adventismo del séptimo día tenían la tendencia de creer que la paloma del Espíritu Santo voló directamente desde los apóstoles hasta sus hombros-con sólo paradas ocasionales en el periodo intermedio. Alegremente echaron a un lado, virtualmente, toda la historia de los desarrollos doctrinales de la iglesia cristiana. El precio pagado por la comunidad adventista a causa de esto es que ha tenido que repetir los errores del pasado. Resulta fascinante observar cómo el adventismo ha revivido las luchas doctrinales que tuvo la iglesia a través de las edades. El movimiento ha batallado durante un período de seco legalismo, los asuntos trinitarios y cristológicos, la cuestión de la naturaleza de la expiación, y ahora está enredado en un conflicto con la soteriolog ia. (Debería constituirse en una amonestación para el adventismo el hecho de que cuando la iglesia cristiana arribó al asunto soteriológico en el siglo dieciséis, se manifestó en sus filas una tremenda división.) De haber aceptado los primeros adventistas que el Espíritu Santo había estado obrando mucho antes de que la comunidad "remanente" subiera a escena, se podrían haber evitado mucha lucha innecesaria-y muchas sospechas innecesarias de parte de otros cristianos. Este aislacionismo todavía hoy día es evidente. En mi investigación del movimiento me he cruzado con él más de una vez. Cuando, en un espíritu de honesta indagación, visité la Asociación General de los adventistas del séptimo día, en Washington, D. C., encontré cierta aversión entre los líderes a ser honestos en cuanto al conflicto de la iglesia sobre la naturaleza del evangelio. Me encontré con un verdadero esfuerzo por asegurarme que todo iba bien en la comunidad remanente-cuando yo sabía todo el tiempo que tal no era el caso. Esta publicación es una negativa a permitirle a mis hermanos adventistas el privilegio de tratar el asunto en un rincón. La razón de mi negativa es que estoy convencido de que la lucha por la que está pasando en el presente la Iglesia Adventista es una lucha que concierne a todos los cristianos evangélicos. ¡Y mi razón para creer esto es lo que los mismos adventistas me han enseñado! Mí'relo de esta forma: El adventista ha hecho un esfuerzo angustioso por asegurarme que Dios lo ha levantado para corregir mi mal entendimiento del evangelio de la Reforma y así detener mi deslizamiento hacia el catolicismo romano. Y, sin embargo, el adventismo está envuelto, dentro de sus propias filas, en una lucha de vida o muerte en torno a la naturaleza verdadera del evangelio. ¿No debería yo estar interesado en ese conflicto? ¿Y no deberían de igual forma estarlo todos los "protestantes apóstatas"? Pero, ¿quién va a escuchar a una comunidad acerca delevangelio, si esa comunidad misma no está de acuerdo en cuanto a qué es el evangelio? Sospecho que por esto fue que los líderes de la Asociación General intentaron restarle importancia a la lucha cuando visité a Washington, D. C. Sin duda, estaban temerosos de que el conocimiento de este conflicto hiciera su estupendo reclamo menos creíble en el mundo protestante. Con todo, según he procurado señalar, es nada más que justo que los evangélicos protestantes estén al tanto del zarandeo que está tomando lugar hoy día dentro del adventismo. 2. Otro rasgo que he observado dentro del adventismo es el triunfalismo.2 Permi'tanme añadir inmediatamente que si alguien pudiera ser tentado con triunfalismo esa seria la persona que cree sinceramente que es el comisionado especial de Dios en los últimos días. No obstante, el triunfalismo no es parte intrínseca del movimiento, y existen suficientes advertencias en las Escrituras . iPapa Juan Pablo, toma notal (Un observador que piense no podría sino ver que esta eclesiologia al estilo de Roma se desprende de una soteriologia del mismo carácter.) 3. unas Smith en "Our Righteousness" (Nuestra justicia), Review and Herald del 11 de junio, 1889; idem, "Our Righteousness Again"